Mujer flaca y mujer gorda de espaldas

Respecto de la dieta, esta debe tener un elemento que estimo más importante que la mera suma de calorías, y me refiero a generar una fácil adhesión por parte del paciente. Las dietas sumamente restrictivas -aquellas que no llegan a 700 calorías diarias-, logran beneficios en muy corto plazo, pero problemas tremendos a futuro vinculados con la forma de mantener el peso y el equilibrio metabólico. Para lograr una dieta que el paciente respete con continuidad, esta debe ajustarse al paciente, y no el paciente a la dieta. Este es el primer paso de la adherencia al tratamiento. Habitualmente se recomiendan dietas con equilibrio de nutrientes, es decir que contengan principalmente hidratos no refinados, proteínas de buena calidad, y porcentajes de grasas que no superen el 15-20% del ingreso calórico total.

Asimismo, un número de calorías interesante para perder peso gradualmente, sin grandes sacrificios, es el de 1200 calorías diarias. De este modo, un individuo puede ir perdiendo unos 1,5 Kg. por semana, que lleva a pérdidas de entre 5 y 6 Kg. en un mes. Así no le damos señales al cuerpo de pérdidas de peso bruscas, ya que este esquema representa unos 200 gr. diarios de pérdida de peso, que resultan casi imperceptibles para el organismo.

En relación con esto, cabe señalar que la percepción del organismo es fundamental ya que las dietas muy restrictivas hacen que de inmediato se activen señales de alarma, y el organismo comience a acumular todo ingrediente que se introduzca. De ahí la recuperación rápida de peso en este tipo de dietas. El otro gran pilar es, sin lugar a dudas, la actividad física. El ejercicio es un gran modulador del metabolismo del paciente, logrando ser uno de los ejes más importantes para alcanzar una mayor sensibilidad a la insulina en el organismo.

En pacientes muy obesos, la actividad debe ser gradual, paulatina, dándole mayor importancia a las caminatas y no tanto a hacer abdominales o pesas. Esto último se hará más adelante, sin dudas, pero inicialmente el paciente debe mejorar la cuestión aeróbica, y para ello nada mejor que las caminatas. La natación también puede ser una actividad física recomendada, y siempre es fundamental hacer un chequeo médico antes de emprender una u otra ejercitación.

Además, el paciente puede complementar el tratamiento con técnicas de relajación, que son especialmente recomendadas para mitigar la ansiedad. Por ejemplo, puede optar por el Yoga, el Tai Chi Chuan o la meditación.

Si bien al iniciar un tratamiento el paciente debe saber que tiene que contar sin excepción con la dieta y la actividad física, también será fundamental que aborde el proceso de cambio en un momento propicio de su vida. Esto significa que no es conveniente que haya conflictos latentes en el horizonte más cercano. Al mismo tiempo, es conveniente que tenga sanas motivaciones que pongan en jaque el discurso cómodo del “yo no puedo”. Por otro lado, podemos afirmar que la medicación fitoterápica y nutrigenómica responden al cuarto pilar para abordar un tratamiento que combata eficazmente la obesidad. Aquí se debe trabajar con medicina ortomolecular y fitoquímicos que puedan influir sobre genes de expresión en la obesidad, y así regular los mediadores alterados (leptinas, neuropéptidos, insulina, etc.).

En relación con esto, los componentes de crucíferas y ciertos aminoácidos han logrado buenos resultados al respecto, así como también varias plantas medicinales y fitoquímicos. Entre estos últimos se destacan las metilxantinas de la yerba mate y el té verde, colaborando en producir mayor termogénesis (lo que conocemos popularmente como “quemar grasas”). También inciden los componentes de la hoodia y la irvingia gabonensis en el control del apetito, las algas marinas en el control del ingreso excesivo de azúcares y lípidos a nivel intestinal junto a un mecanismo de sensación de lleno a nivel gástrico y mayor sensibilidad a la insulina, la proteína del tubérculo de la papa junto al ácido linoleico conjugado (CLA) en la regulación metabólica del individuo, y el ácido pinoleico trabajando sobre el metabolismo graso. De este modo, el paciente obeso debe saber que tiene que contar sin excepción con la “ley de las cuatro patas de una mesa”, que comprenden la dieta, la actividad física, el momento propicio con la motivación necesaria, y la medicación fitoterápica y nutrigenómica. Si todos estos pilares están incluidos en su tratamiento de descenso de peso, el organismo se lo agradecerá.

Sobre el autor
Dr. Jorge R. Alonso
Presidente de la Sociedad Latinoamericana de Fitomedicina
www.drjorgealonso.com.ar

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