Los Tres Reyes Magos son sabios, sacerdotes, magos, y astrólogos que representan a la sabiduría y la dignidad, pero son paganos, no judíos. Los pastores, representantes del campesinado simple si son judíos. Conjuntamente, simbolizan en si la veneración de toda la humanidad, judíos y no judíos, de dignatarios e intelectuales y de la gente más sencilla y humilde. Representan, a la vez, a dos grupos humanos polarizados o, visto de otro modo, a las dos fuerzas en el ser humano: por una parte, los hombres intelectuales y por otra, los hombres de corazón.
En el nivel simbólico se aclara la polaridad. Los Tres Reyes Magos son tres líderes, tres hombres que son guías, que llevan corona, la corona es la expresión de sus caminos de iniciación: han recorrido escuelas esotéricas, enseñanzas espirituales y esotéricas y por lo tanto, se han ganado y merecido sus coronas, son auténticas. La corona es el símbolo antiguo para el reino que adquiere el hombre mediante su trabajo consciente, es la expresión de que se conecta con el reino de más arriba, que los Reyes Magos se han ganado con su esfuerzo consciente. Al crear la unión con las energías superiores, el hombre adquiere el derecho a ponerse la corona, que es una corona verídica abierta por la parte superior para que entren las fuerzas superiores. La corona es la expresión de la consciencia superior que se ha adquirido, como lo hicieron los Tres Reyes Magos, y por ende no se la tienen que quitar delante del Niño, en contraste con los pastores, que se quitan lo que obviamente les cubre la cabeza, las gorras y los sombreros, que no son coronas.
Los Tres Reyes Magos dan la espalda al mundo terrenal, viven alejados del mundo y se acercan a las estrellas, que constituyen su elemento. Estudian las estrellas, su recorrido, los símbolos que les son familiares porque los han recorrido en un aprendizaje consciente. Están instruidos en la magia. Así, le regalan al Niño frutos del conocimiento, objetos simbólicos como el incienso, oro y mirra, que son la expresión de los tres reinos espirituales (el pensar, el sentir y el querer), expresión también de la tríada: cuerpo, alma y espíritu. Los pastores son totalmente distintos. Son gente sencilla, que custodia y no son dirigentes. Ellos cuidan animales inconscientes, por lo que custodian el reino inconsciente, de la vida sencilla, ligada a la naturaleza. Los pastores no han leído nada sobre las estrellas. Viven cerca de la tierra. Por faltarles aprendizaje, no soportan una confrontación directa con lo espiritual. Es por ello que cuando aparece el Ángel anunciándoles al Niño, deben cerrar los ojos por lo deslumbrante de su Luz. En estas condiciones, cuando van adorar al Niño, no le ofrecen los alimentos del espíritu, sino los de la vida: leche, frutas, lana y un corderito. Pastores y Reyes son guiados por signos muy diferentes: los Reyes Magos por una estrella, un símbolo abstracto expresión del conocimiento cósmico, que solo significa algo para los instruidos en la materia. La estrella solo puede conducir a los espiritualmente despiertos, solo puede develar una señal a los hombres conscientes. A los pastores se les aparece un Ángel que les habla de símbolos concretos al decirles: “Y esto tengan como seña: Encontrarán a un niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre”.
Se dice de los Reyes: Vinieron a venerar y a sacrificar.
Se dice de los pastores: Vinieron a ver qué había sucedido allí.
El camino de los Tres Reyes Magos conduce por trece noches desde la Nochebuena hasta el Día de Reyes. Este es el mismo camino de los pastores a los Reyes: del nivel inconsciente al consciente; del camino de Jesús-hombre al de Cristo-Dios. Regresemos al significado cósmico: la estrella es una conjunción de Júpiter con Saturno, los dos grandes planetas de nuestro sistema solar, la cual se repite cada primero de enero. Se repite un momento importante, un signo en el cielo, cada año, para que los que están conscientes puedan interpretar esta señal.
A veces la estrella desaparece y los Reyes tienen miedo de perderla. El miedo de perderla, para luego volverla a encontrar, simboliza la lucha, la búsqueda del hombre por la comprensión. Sin embargo, poco antes de alcanzar la meta, la pierden y tienen que reiniciar su búsqueda. Es entonces cuando acuden a los pastores a preguntarles: buscamos al Niño, lo cual se puede interpretar como: buscamos al Yo superior. Y llegan; los hombres del corazón que guían el último trecho hasta el pesebre. Este es un bello símbolo que no deberíamos olvidar: el camino de la mente lleva muy lejos. Lleva a la creación de la corona, lleva cerca de la estrellas, lleva casi hasta el borde de la meta, nunca realmente hasta el pesebre, porque para lograrlo, tienen que aunarse todas las fuerzas: las del corazón, las inconscientes, las cercanas a la naturaleza, las del instinto y las intelectuales.
Encontrar esa Luz, hallar esa Luz es la meta y tarea de cada ser humano. Y esa Luz sólo la puede encontrar cuando él mismo se encamina y cuando está dispuesto a trabajar para que su consciencia se haga receptiva y entienda el acontecer de la Navidad. Visto en su conjunto, nos damos cuenta y sentimos que actualmente hay mucha oscuridad en nuestro mundo, vemos que hay peligro de que las fuerzas de la Luz sean devoradas. Y así, nos encontramos también un poco delante de la Navidad, en nuestro mundo de hoy, y vemos que para poder darle una expresión a esta Luz, hace falta que siempre hayan más seres humanos empeñados en realizar la Navidad en su fuero interno.
Investigación de Vera Alaniz para TodoSalud
Sobre el autor:
Thorwald Dethlefsen
Escritor alemán, estudioso del ocultismo y la astrología aplicada al diagnóstico psicológico.
Realizó durante los años 70 varios experimentos con hipnosis, y desarrolló la terapia de la reencarnación de la curación, utilizada todavía hoy por algunos terapeutas.
Este texto es un fragmento de una conferencia dictada en Caracas, Diciembre 1993 por Thorwald Dethlefsen.
Versión completa:
http://www.alcayata.com/la_comision/investigacion/navidad.htm
 

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