Si bien la inclusión de vegetales marinos en la alimentación no es una novedad ( data de 10.000 años atrás) lo cierto es que en muchos países de Oriente, y ahora también de Occidente, las algas constituyen un componente fundamental para la elaboración de comidas.

En Japón, por ejemplo, llegan a cubrir el 25% de una dieta, en tanto que en países europeos como Austria y Alemania, se las utiliza para la producción de un pan muy apreciado, el Algenbrot, compuesto por cereales a los cuales se les agrega entre dos y tres por ciento de algas disecadas en harina.

Bajo la influencia de las dietas macrobióticas se ha valorizado aún más el consumo en España sumándose a las conocidas algas japonesas el espagueti de mar, el musgo de Irlanda y el fucus.

Entre sus propiedades, estas saludables verduras de agua dulce o salada poseen un alto contenido de sales minerales y oligoelementos. Son ricas en yodo, hierro, cobalto, magnesio, calcio, fósforo y potasio. De hecho, cien gramos de algas aportan el doble de hierro que cien gramos de lentejas y una cucharada sopera diaria abastece al organismo de todos los minerales y oligoelementos indispensables para un correcto metabolismo celular.

Las algas contienen, además, una importante cantidad de clorofila con la cual se activan las enzimas del cuerpo que intervienen en la asimilación de los nutrientes para luego transformarlos en energía. Asimismo, la clorofila ayuda a purificar la sangre, incrementa la formación de hemoglobina, evita la contracción de los vasos sanguíneos y aumenta el rendimiento de los sistemas muscular y nervioso.

Estar bien por dentro y por fuera

Si el objetivo es adelgazar, las algas contribuyen en gran medida a ello ya que al entrar en contacto con el agua, su medio natural, aumentan el tamaño y producen un efecto saciante. Debido al gran aporte de yodo que brindan al organismo, regulan el funcionamiento de la glándula tiroides que es la responsable de que se quemen los hidratos de carbono que ingerimos y no se conviertan en “michelines”. 

Las propiedades adelgazantes de estos vegetales marinos están relacionadas de igual modo con su composición. 
• Mucílago, fibra que estimula el buen funcionamiento del intestino grueso para la eliminación diaria de los residuos.
• Fenilananina, aminoácido que suprime el estímulo nervioso del apetito en el cerebro.
• Vitamina B12, fundamental en la síntesis del ADN. En la formación de los glóbulos rojos y de las células de las paredes del estómago.
• También contienen vitamina E, betacarotenos y ácidos que actúan contra el envejecimiento, protegen la piel y las mucosas de los radicales libres.
• Son una fuente de proteínas vegetales inigualable por aportar todos los aminoácidos en una proporción adecuada y ser de fácil digestión.
• Libres de colesterol y grasas saturadas.

El ácido algénico que es un componente fundamental y peculiar de las algas contribuye a eliminar metales pesados como el arsénico, plomo, mercurio y otros metales radiactivos, formando sales insolubles las cuales (junto a los productos de desecho del propio organismo) eliminan los elementos contaminantes que se han ingerido durante la comida o a través de la atmósfera, la grasa superflua y las toxinas. Así, se logra purificar la sangre.

Sin embargo, aunque los beneficios son numerosos, deben consumir moderadamente las algas de agua salada (por su alto contenido en yodo): quienes sufren hipertiroidismo, se les ha extirpado la glándula tiroides o son muy delgados y nerviosos. Esta precaución también deben tenerla las personas con tendencia a la hipertensión con las algas que tienen un alto porcentaje de sodio.

Cualquiera sea la intención del consumo, lo mejor es consultar con un especialista, nutricionista o propietario de una dietética para orientarnos según nuestro objetivo respecto de la clase de algas que debemos comprar.

Sobre el autor
Leonardo Castro
Algas Tierra del Fuego
algastierradelfuego@yahoo.com.ar

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