No hay duda que el existir es lo que nos caracteriza y nos diferencia de los animales que viven y no existen, sin embargo y esto es lo paradojal de ese antiguo debate, que esta es nuestra esencia: ser seres existentes.

Poseemos una naturaleza esencial, la de ser no naturales en tanto creamos y cambiamos lo predado siendo existentes en tanto salimos hacia el afuera, hacia el otro (ex sistere: salir afuera) en nuestro suceder como personas. Tampoco dudo hoy (mañana no se), que devenimos de los antropoides, que somos un tipo de antropoide, un antropoide que piensa, que habla, que significa, que percibe, que construye la realidad por sobre los hechos en sí, que construye su propia identidad por sobre lo que sus datos sensibles buscan imprimen y luego se codifican. Somos un tipo de antropoide que aprende a trabajar y amar y eso lo diferencia sustancialmente, ni para mejor o para peor, ni en más o en menos, simplemente lo hace diferente a todos los demás seres vivos, en tanto salto cualitativo, aquel que implica poder pensarse a sí mismo.

En este pensarse y existirse vamos hacia el otro de tres maneras posibles:
1- como semejante al cual podremos amar.
2- como otro que sentimos como otro que no es otro y esto implica indiferencia.
3- como otro al cual visualizamos como otro peligroso para mi subsistencia y de mis semejantes que amo, ante ese aparece el odio y la destructividad.

En este sentido somos un ser vivo más, y como tal poseemos una tendencia vital, una pulsión vital, una “substancia” que tiende a expresar la vida, a vivir, y por ello, la principal energía psicofísica, la que brinda la base de lo que somos y seremos es: la tendencia a vivir.

Desde esta tendencia o pulsión, surgen las potencialidades para crecer, desarrollarse y desplegarse, así como las precauciones y defensas para evitar el aniquilamiento, de la persona que somos y de la especie y/o grupo al que suponemos pertenecemos.

Varios autores de una u otra manera han remitido a esto, S. Freud con sus Pulsiones de Vida y Muerte y la Libido Sexual, C. Jung con la idea de Libido como energía total, Carl Rogers con su Tendencia Actualizante, Kurt Goldstein con su Tendencia a la Autoactualización, Abraham Maslow con su Tendencia a la Autorrealización, yo mismo con la Pulsión Vital.

Autores (entre otros) que de uno u otro modo de elaborar conceptos, han considerado que puede haber un impulso, una “fuerza” de lo vivo que tiende a expresarse hacia, y compele motivando, es decir siendo fuente de las motivaciones más básicas, y de las defensas más útiles para seguir estando vivos y existir.

Como seres vivos, en principio, la vida que nos contiene surge desde un primer paso, la unión de gametas, de pares, de dos que se hacen uno, en nuestro caso de un espermatozoide y un óvulo, y esto empieza a signar las significaciones que en el futuro daremos cuando empecemos a percibir.

Percibir será lo propio, lo nuestro, lo que nos hará ser quienes seremos, y quienes no seremos, en tanto siempre habrá una especulación binaria, aquello que es y lo que no es, el ser y la nada, lo bueno y lo malo.

Sobre el autor
Lic. Andrés Sánchez Bodas
Creador y Director de la Primer Escuela Argentina de Counseling
www.holossanisidro.com 
www.peac.edu.ar

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