Del mismo modo que no tomar conciencia del entorno puede significar perderlo.
Esto se refleja en el desarrollo industrial y en la degradación del medio ambiente que estamos sufriendo hoy en día.
No somos conscientes del daño que nos producimos a nosotros mismos viviendo de este modo. No somos conscientes de cómo nos alimentamos, de los productos que consumimos, de cómo se producen ni del daño que generan en nuestros hijos, ni en el medio ambiente. Es indispensable un consumo responsable y para eso debemos empezar a separar la paja del trigo. Saber que es bueno para mí y el entorno, que es lo que me hace menos daño y genera menos consecuencias dañinas para nuestras familias y el medio ambiente.
No basta con buscar un consumo light, orgánico o BIO. Muchas veces es sólo un marketing fraudulento, debemos pensar por nosotros mismos y empezar a exigir al comerciante, al productor, a la industria que sea responsable y por sobre todas las cosas a las autoridades y funcionarios para que creen el marco y las condiciones adecuadas para poder exigir una oferta que satisfaga nuestras demandas de productos saludables y sustentables. Debemos exigir que en los envases se informe detalladamente los contenidos y los porcentajes de los mismos. Muchos productos dicen tener activos vegetales y naturales, pero a veces los porcentajes están en el cuarto decimal y figura en la etiqueta como parte del contenido, pero sólo tiene trazas del mismo.
Debemos y tenemos la obligación de informarnos y de ser responsables y conscientes de lo que consumimos, sino, colaboramos con nuestra propia destrucción y la del medio ambiente.
Cuando una etiqueta nos dice BIO ¿A qué se refiere? ¿Es sólo marketing o detrás hay un producto hecho con conciencia?
Un producto BIO, este certificado o no, implica que un alto porcentaje de las materias primas que lo componen son de origen natural y vegetal, y que un mínimo de estos, son productos de síntesis química, como colorantes, perfumes o fragancias artificiales, tensoactivos, espesantes, estabilizantes, emulsionantes, etc. Si el producto está realizado en forma inversa, donde solo encontramos uno o dos activos de origen natural y vegetal y la mayoría de sus ingredientes son de síntesis químicas, no podemos decir que es un producto BIO.
Teniendo en cuenta que hoy la industria no está preparada para realizar un producto cosmético 100% y que estos productos son raras excepciones, tomamos en consideración los productos que tienen más de un 60% o 70% de ingredientes naturales y vegetales en su composición.
Hay productos que son más sencillos de realizar que otros por la complejidad de su formulación y por la cantidad de ingredientes que contienen. Pero en la medida que como consumidores exijamos cada día más este tipo de productos, la oferta de la industria crecerá para satisfacer nuestras demandas y estaremos colaborando con el cambio hacia un nuevo paradigma de industrias responsables.
Debemos exigir cada vez más estos tipos de productos BIO, exigiendo una industria cada vez más responsable y sustentable, para que los porcentajes vayan creciendo y podamos llegar a tener productos 100% BIO, no solo en su formulación, sino, también en su presentación y packaging.
Es difícil fusionar las propiedades de la naturaleza con un producto cosmético. Pero cuando lo que está en juego es nuestra intimidad, el aseo personal, el aspecto que da nuestro cuerpo a través de la piel que es una parte fundamental de nuestra identidad, vale la pena esforzarse.
Sobre el autor
Ignacio Conde
iconde@boti-k.com
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