El secreto alrededor de la salud y el vino

Probablemente, el vino, el agua, la leche y la cerveza, sean las bebidas más antiguas. El vino, por caso, estado presente en la historia del hombre desde hace más de 5000 años.
En la antigua Grecia, se le atribuían poderes curativos. En la Edad Media, los monjes lo utilizaban con plantas medicinales para curar enfermedades. En el Renacimiento, numerosas recetas medicinales para el tratamiento de infecciones contenían plantas maceradas en vino. Llamativamente, durante los siglos XVII y XVIII, gozó de mayor prestigio que el agua, probablemente por las infecciones que se derivaban de su consumo.
Pero recién al final de la década de 1950, el Estudio de los Siete Países, destinado a evaluar la relación entre la dieta y el riesgo cardiovascular, en el que participaron Finlandia, Grecia, Italia, Japón, Holanda, Estados Unidos y Yugoslavia, mostró que el consumo de vino se asociaba con una menor patología cardiovascular. Esto hizo que a mediados de la década de los ‘60 se empezara a hablar de los efectos beneficiosos del consumo moderado de vino sobre la salud.
El secreto alrededor de la salud y el vino se centra, entre otros, en la presencia de una sustancia conocida como resveratrol, uno de los compuestos responsables de la acción cardioprotectora de esta bebida. El resveratrol es producido por las plantas en respuesta al estrés, los hongos, las infecciones o la luz excesiva.
Algunos estudios, como los realizados por Jang y colaboradores en 1997, indican que el resveratrol presenta cierta actividad anticancerígena. Por otro lado, induce un mecanismo celular conocido como apoptosis o muerte celular programada, que funciona en coordinación con un check point celular para destruir las células dañadas e impedir que inicien su transformación maligna.
Acción cardioprotectora: en principio, el resveratrol posee un efecto vasodilatador. Se encontró que el consumo bajo a moderado de alcohol reduce el riesgo total de accidente cerebrovascular isquémico. Las propiedades antioxidantes de los compuestos polifenólicos hallados en el vino tinto podrían explicar, en parte, las propiedades protectoras del alcohol sobre el accidente cerebrovascular. Por otra parte, el principal mecanismo por el cual el resveratrol tendría acción antiaging es a través de la activación de proteínas que retrasan el envejecimiento celular.
La concentración de resveratrol en diferentes alimentos varía ampliamente. El vino, por caso, contiene hasta 14,3 miligramos (mg) por litro. De manera que una persona que bebe dos copas de vino tinto por día, consume de 4 a 5 mg diarios de resveratrol. Los maníes, en tanto, poseen de 0,02 a 1,92 microgramos por gramo de alimento. De allí, la importancia de añadir un complemento.
En síntesis, nuestra dieta no contempla todas las necesidades del organismo, pero ¿qué novedad trae una vieja molécula como el resveratrol? Evidentemente, esta sustancia de venta libre emerge como un suplemento dietario muy interesante para prevenir enfermedades crónicas. Y, aunque la mayor parte de las investigaciones incluyen consumo de vino, habría que ingerir demasiado para alcanzar una dosis significativa.
Por ello, complementar la dieta con resveratrol resulta adecuado para la prevención primaria cardiovascular y como agregado nutricional ante complicaciones neurodegenerativas de la diabetes tipo 2. Sobre todo para una población, que, gracias al aumento de la expectativa de vida, necesita cada vez más una alimentación saludable para seguir adelante en estos tiempos agitados en donde la ingesta se planifica poco.
Disponible en dietéticas y farmacias, el poderoso efecto antioxidante del resveratrol tal vez sea la clave para atenuar los efectos de la vejez y agregarle años a la vida.
Sobre la autora
Dra. Mónica Katz
Médica especialista en Nutrición.
Directora de cursos de posgrado
de Nutrición en la Universidad Favaloro
Para más información
www.dramonicakatz.com.ar
www.nutrifarma.com.ar

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