Siempre es lo mismo: parece que fuera un trámite. Los sábados en la tarde, o a veces alguna noche, cuando los chicos están en casa de los abuelos o de un amigo, vamos a la cama y es como una diligencia.

No logro comprender por qué cuando tenemos sexo, mi mujer simplemente se queda acostada, quieta. Es tan poco estimulante. Al menos tenemos esos encuentros dos o  veces por semana, y son “fisiológicos” para mí, pero estoy bastante tentado de buscarme una amante.

Si a alguien le resulta conocido, que levante la mano. Lamentablemente, estas situaciones son bastante habituales entre parejas que llevan un cierto tiempo de convivencia. Algo empieza a resquebrajarse en algún momento y al no prestársele atención, la grieta empieza a ser cada vez más profunda. El sexo es una parte importante del vínculo para casi cualquier pareja. A veces, es un tema tabú que empobrece la vida y origina frustraciones cada vez más profundas. Otras veces, es un fusible de problemas en otras áreas de la relación. La cantidad no siempre indica buena salud sexual. La calidad es un mejor camino para llegar a ella. Hablemos de sexo, para mejorarlo.

En la calidad está el gusto, pero ¿qué es para cada uno la calidad? Cada persona tiene necesidades y gustos diferentes. Uno de nuestros errores más habituales es querer imponer nuestros deseos al otro, como si fuera “lo correcto”. Lo que suele ocurrir en estos casos es que si a uno no le gusta la propuesta (o, peor, imposición) del otro, se erige una defensa o barrera energética. Abrirse a descubrir lo que le gusta a cada uno expandirá la calidad de los encuentros.

Lista de necesidades, deseos y fantasías sexuales. Para saber cómo aportar calidad al encuentro, es muy importante conocerse a sí mismo y al otro. ¿Qué necesito en el sexo? ¿Cómo me gusta hacer -y que me hagan- el amor? ¿Qué ritmos me entusiasman y cuáles me permiten expandir el placer? Hablar explícitamente de sexo (fuera del encuentro específicamente sexual, en una cena, salida o espacio para ello) se hace fundamental. Cuéntense la o las veces que más disfrutaron de hacer el amor: qué sucedió, cómo, qué hizo cada uno. Cuáles son tus zonas erógenas menos conocidas por tu pareja y cómo te gusta que te acaricien, con qué parte del cuerpo. ¿Qué te gustaría probar como novedoso?

Jugar a divertirse y a seducirse. Cuando hacer el amor se convierte en una rutina, lo que en general pasó es que nos olvidamos de divertirnos y de generar deseo. Se dice que el sexo es el juego de los adultos. Y la seducción es un potenciador de la energía. ¿Cómo recuperamos nuestro atractivo respecto al sexo opuesto? ¿Qué actitudes te invitan a sentirte deseado y sexual? Busquen personajes seductores (de la vida real o de una película o libro) y practiquen actuar como ellos.

Recordar lo que nos resultaba atractivo cuando nos conocimos. Cuando elegiste a tu pareja, había características y cualidades que te resultaron atractivas. En una conversación honesta y amorosa, pueden recordarse mutuamente aquellas conductas, actitudes, gestos y detalles de la relación que fueron criterios para la elección mutua. Si hay algunas de esas situaciones que cambió drásticamente, pueden reflexionar juntos sobre aquello en lo cual se transformó y cómo esta transformación aporta o resta a la pareja de hoy. Esta charla puede ser una oportunidad de explorar juntos cómo re-encontrarse y descubrir una nueva pareja en tu vínculo de siempre. Quizás observando qué te atrae hoy de otras personas puedas descubrir con tu pareja cómo ser nuevamente amantes.

Mirar con ojos nuevos a nuestra pareja hoy. Si somos capaces de mirar a nuestro compañero con una mirada fresca y asombrada, podríamos sorprendernos. Imagínate que estás conociendo a esta persona, que no sabes cómo responderá, qué expresión tendrá su rostro cuando la acaricies o te acerques. Déjate sorprender por tu propio deseo y por lo que ocurre hoy, aquí y ahora, sin dejarte invadir por situaciones pasadas.

Practiquen nuevas conductas eróticas. ¿Qué pasaría si en vez del mismo lugar de siempre, a la hora habitual y de la misma manera, se decidieran a cambiar una o varias conductas? Por ejemplo: quién inicia el contacto, el lugar de encuentro, el orden, intensidad o ritmo de las caricias, el lenguaje que usan, la ropa, la música que escuchan.

Que el fuego los caliente, pero no los consuma. El amor de pareja se manifiesta entre otras maneras, con pasión. Sin embargo, es mucho más valioso el fuego moderado, que mantiene encendida la llama y alimenta el calor.

Sobre la autora
Lic. Verónica Kenigstein
Sexóloga, terapeuta de parejas, facilitadora de procesos transpersonales.
Creadora de la Escuela vincular Campo de conciencia. 
www.campodeconciencia.com

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