Grupo joven ejercitando en el parque

Algunos de los descubrimientos acerca del mantenimiento de la fuerza y vigor juvenil son aquellos relacionados con el ejercicio.

Es un hecho reconocido el que nuestros cuerpos están hechos para la actividad. Los huesos de las personas sedentarias se debilitan y pierden densidad. Es también sabido que un paciente hospitalizado que pasa largas horas en una cama se enfrenta a un alto riesgo de pulmonía, coágulos sanguíneos e infecciones del tracto urinario.

Sabemos que el ejercicio puede reducir la presión sanguínea, bajar los niveles de colesterol, aumentar la proporción de músculo en el cuerpo y fortalecer el corazón.

Muchos de los males generalmente atribuidos a la vejez son en realidad el resultado de la inactividad y el debilitamiento muscular que ésta provoca. Este es el caso de muchos dolores atribuidos a la artritis que desaparecen cuando la persona que los padece se embarca en un programa de ejercicios destinados a aumentar su fortaleza y masa muscular.

Gran parte de los efectos del envejecimiento pueden revertirse mediante el ejercicio, especialmente si éste es complementado con mejoras en la dieta.

Las personas han perdido la mitad de su masa muscular y duplicado el total de grasa en su cuerpo al llegar a los 65 años. Los gerontólogos han encontrado que los músculos juegan un papel mucho más importante en la vitalidad de las personas que lo que anteriormente se creía. Es posible rejuvenecer nuestro cuerpo y su funcionamiento.

Las personas de 60 años con un régimen de levantamiento de pesas tres veces por semana, pueden duplicar el tamaño de varios músculos y muchos de ellos pueden llegar a levantar pesos mayores que el que pueden levantar jóvenes de 25 años.

El régimen de ejercicio tiene un efecto holístico, es decir sobre la totalidad del cuerpo. Una vez las personas aumentan su masa muscular y su fuerza los otros marcadores de la edad comienzan a mejorar: mejora en la presión sanguínea, la tolerancia al azúcar y la habilidad del cuerpo para regular la temperatura.

El ejercicio también puede ayudar a mantener la flexibilidad de las arterias, evitando así el endurecimiento de éstas. Al ejercitarnos vigorosamente estamos también ejercitando las paredes de las arterias, obligándolas a expandirse para manejar el aumento en el flujo sanguíneo producido por el ejercicio y luego a contraerse al suspender el ejercicio. Posiblemente mientras más veces hagan esto mayor es la flexibilidad que retienen.

El ejercitarse físicamente también puede ayudar a mantener y mejorar las capacidades de nuestra mente: mejorar la memoria, razonar con mayor certeza e incrementar sus reflejos.

El ejercicio, para ser más efectivo, debe combinar los aspectos de entrenamiento de fuerza, resistencia aeróbica y flexibilidad. La falta de flexibilidad corporal es uno de los principales problemas del envejecimiento. Esto es causado principalmente por el acortamiento y tirantez del tejido conectivo que se comienza a producir antes de los treinta años. El resultado final de esto es postura encorvada, dolores de espalda y piernas y caderas rígidas. El entrenamiento de flexibilidad en forma de ejercicios de estiramiento puede además de mejorar la flexibilidad, aumentar la fortaleza física, mejorar el tono muscular, hacer que nos sintamos mejor con nuestro cuerpo, mejorar nuestra apariencia, nuestra agilidad y energía. Además tiene efectos positivos sobre la circulación sanguínea.

Es importante señalar que el ejercicio debe llevarse a cabo en forma regular y consistente. Llevar a cabo ejercicios sólo de vez en cuando o empezar un programa de ejercicios para luego interrumpirlo y posteriormente volverlo a comenzar puede ser perjudicial. Una razón para que esto sea así es que el ejercicio, a pesar de sus numerosos efectos benéficos, aumenta la producción de productos de desecho y radicales libres en el cuerpo que, como ya hemos visto, aceleran el proceso de envejecimiento. Sin embargo cuando nos ejercitamos de forma regular nuestro cuerpo aprende a adaptarse a estos radicales libres y aumenta la producción de sustancias que combaten los radicales libres. También se cree que el ejercicio regular hace que el cuerpo aprenda a utilizar y retener mejor los nutrientes con propiedades antioxidantes que ingerimos.

Podemos hacer ejercicio trotando o caminando temprano en las mañanas, evitando así los niveles de contaminantes de la ciudad. Si podemos hacerlo en un parque disfrutaremos de una vida larga, plena y saludable.

Investigación de
Vera Alaniz para TodoSalud

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *