El agotamiento nos debilita física y mentalmente. Es una dimensión que surge como resultado de los “demasiados”: demasiadas decisiones, demasiados pensamientos intrusivos, demasiado trabajo, obligaciones, interrupciones, ansiedades… A su vez, es también el reflejo de muchos “pocos”: poco tiempo de calidad para uno mismo, pocas horas de sueño, poca calma interior.
Todos hemos experimentado alguna vez esta sensación, este desgaste a todos los niveles. Es importante tener en cuenta que un cerebro fatigado, agotado psicológicamente, trabaja y responde a los estímulos de otro modo, las personas mentalmente cansadas tienen una percepción más negativa de su realidad y además, son mucho más sensibles a nivel emocional. Un aspecto que a veces nos lleva a errores es llegar a pensar que ese agotamiento psicológico se debe, en esencia, a una acumulación fatídica de errores, de malas decisiones, fracasos o decepciones. No es cierto. La mayor parte de las veces el cansancio es el resultado directo de un volumen desmesurado de tareas y actividades que asumimos sin percibir que nos superan. Todos hemos oído aquello de que la percepción de nuestra realidad depende a veces de cómo vemos el vaso, si medio lleno o medio vacío. Sin embargo, y en relación al presente tema, podríamos formular la pregunta de otro modo:¿cuánta cantidad de agua podrías soportar si tuvieras esa taza en la mano? A veces, basta solo una gota más para colmar el vaso y llegar al límite de nuestras fuerzas.
El agotamiento emocional es un estado al que se llega por sobrecarga de esfuerzo. En este caso no hablamos solo de excesos laborales, sino de cargar con la responsabilidad de asumir conflictos, responsabilidades o estímulos de tipo emocional o cognitivo.
Al agotamiento emocional no se llega de un momento a otro. Se trata de un proceso que se incuba lentamente, hasta que hay un punto en que la persona se desploma. Ese quiebre lo sumerge en la parálisis, la depresión profunda o la enfermedad crónica. Se produce un colapso en la vida de la persona, porque literalmente ya no aguanta más. Aunque el agotamiento emocional se experimenta como cansancio mental, suele estar acompañado de una gran fatiga física. Cuando sobreviene hay una sensación de pesadez, de imposibilidad de seguir adelante. Se cae entonces en una inercia de la que es difícil salir.
Las causas del agotamiento emocional
El agotamiento emocional se origina porque hay un desbalance entre lo que damos y lo que recibimos. Quienes son víctimas de este se caracterizan porque entregan todo lo que pueden de sí mismos, bien sea en el trabajo, en el hogar, en la pareja o en cualquier terreno.
Por lo general, esto ocurre en ámbitos en donde hay una gran exigencia, que a su vez, aparentemente, demanda grandes sacrificios. Por ejemplo un hogar cuyos miembros están llenos de problemas y demandan atención o también cuando tenemos una pareja conflictiva o con graves dificultades.
Lo usual es que la persona agotada carezca de tiempo para sí misma y que tampoco recibe el reconocimiento, el afecto o la consideración suficiente de parte de su entorno. Se espera de ella que “rinda” todo el tiempo. Como si no tuviera necesidades, o como si fuera más fuerte que el resto y pudiera aguantarlo todo.
 
Síntomas iniciales del agotamiento emocional:
Cansancio físico. La persona se siente fatigada con frecuencia. Desde que abre los ojos experimenta como si fuera excesivamente arduo lo que le espera en el día.
Insomnio. Por contradictorio que parezca, una persona con agotamiento emocional tiene dificultades para dormir. Siempre tiene problemas que le dan vueltas en la cabeza y hace que sea difícil conciliar el sueño.
Irritabilidad. Hay molestia y pérdida del autocontrol, con cierta frecuencia. La persona agotada se ve de mal humor y es demasiado sensible a cualquier crítica o gesto de desaprobación.
Falta de motivación. Quien sufre de agotamiento emocional comienza a actuar mecánicamente. Como si estuviera obligado a hacer lo que hace todo el tiempo. No siente entusiasmo, ni interés por sus actividades.
Distanciamiento afectivo. Las emociones comienzan a ser cada vez más planas. Como si en realidad no sintiera prácticamente nada.
Olvidos frecuentes. La saturación de información y/o de estímulos da lugar a fallas en la memoria. Se olvidan con facilidad las pequeñas cosas.
Dificultades para pensar. La persona siente que se confunde con facilidad. Cada actividad le implica un mayor gasto.
 Cómo superarlo
La mejor manera de superar el agotamiento emocional es, por supuesto, descansando. Hay que encontrar tiempo libre para relajarse y estar tranquilos. Las personas que se exigen demasiado pasan años, por ejemplo, sin tomar vacaciones. Esto no se debe hacer. Tarde o temprano solo conduce a la fatiga. Así que una buena idea es tomarse unos cuantos días para dedicarlos al descanso. Otra solución es la de trabajar por construir una actitud diferente frente a las obligaciones diarias. Cada jornada debe incluir tiempos para dedicarlos a los compromisos y también tiempos para descansar y realizar actividades que resulten gratificantes. Hay que dejar de lado las obsesiones de perfección o de cumplimiento.
Finalmente, es muy importante sensibilizarnos frente a nosotros mismos. Para esto, nada mejor que dedicar un rato al día para estar a solas. Respirar, reconectarnos con lo que somos y lo que deseamos. Es fundamental desarrollar una actitud de comprensión y bondad con nosotros mismos. De lo contrario, más tarde o más temprano, nos será imposible seguir adelante.
 
Para TodoSalud
Vera Alaniz
Fuente:
www.lamenteesmaravillosa.com
 
 

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