*Aprovechar el instante:

Todos los días corremos por las calles de la ciudad con la ansiedad y la velocidad en el corazón, como si tuviésemos miedo de que la vida se nos escape o el temor de no poder hacer todas las cosas. Somos devorados por el tiempo y a menudo concluimos los días sin aliento. Estamos tan ocupados corriendo que perdemos de vista la belleza del mundo presente.

Aprendamos a vivir cada momento como si fuese el último, demos calor a nuestra vida cotidiana, busquemos la belleza del detalle sin olvidar lo general.

Aceptar la vida como es, nos libera de nuestros pensamientos negativos y nos hace disponibles para el milagro de la existencia.
Volvamos a protagonizar nuestra vida, seamos fuertes, escuchemos el canto del viento.

Aquí y ahora, no en el indefinible mañana.

*Dar valor a nuestro ser positivo: 

Es decir, mejorar la relación con uno mismo. Debemos hacer amistad con nosotros mismos, vivirnos en forma positiva, proyectar nuestra capacidad creadora en la realidad.

Porque somos mucho mas creativos de lo que creemos.

Para lograrlo, es necesario superar todas las barreras que hemos construido y aceptar que nuestro principal enemigo es una profunda inseguridad que nos impide actuar con libertad.

Trabajemos nuestro cuerpo para calmar con amor nuestro espíritu. Abracémonos y démonos la mano a nosotros mismos, abrámonos a lo que tenemos de positivo. Intentemos comprender y aceptar a los demás.

Juguemos con el movimiento de la vida, manteniendo el corazón joven, sin perder el asombro y la curiosidad de un niño. Así, toda nuestra existencia será mas positiva.

*Reforzar el cuerpo para nutrir el espíritu:

Los medios de información dan mucha importancia al aspecto físico. Nos proponen sin cesar modelos a los que deberíamos parecernos en lo bueno y quizá también en lo malo.

Pero recordemos que el cuerpo se construye partiendo de la conciencia y la armonía con el espíritu. Por eso, si queremos ser y mantenernos agradables e interesantes, debemos reforzarnos también interiormente. Y para lograrlo, el cuerpo es una gran ayuda. Un cuerpo fuerte sostiene y alimenta un espíritu fuerte. El ejercicio bien realizado influye en la espiritualidad de la persona, dejándola libre para ser ella misma. Recordemos, por último, que para tener una buena salud física debemos también intentar tener una óptima salud mental. Por eso, busquemos la armonía global.
Así tendremos el éxito asegurado para siempre.

Sobre la autora
Klga. Susana Berman
Directora de Unidad Kinésica Integral
www.uki.com.ar

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