Una pareja, hombre y mujer, teniendo relaciones sexuales en el baño

Es lógico pensar que la intensidad de los efectos positivos dependa de la pericia con que se realice.

• El sexo no es sólo orgasmo y penetración. Ésta ni siquiera es el acontecimiento más importante en una sesión. La atención debe dirigirse exclusivamente a las sensaciones del instante, sin dejarse influir por la ansiedad del pasado ni por expectativas de clímax futuro.

• El factor tiempo. El sexo no puede ir a la cola de las actividades banales que se suelen dejar para las últimas horas del día. No se puede llegar al mejor momento cansados. No hay que tener prisa por dormir o por levantarse. Es necesario darle un lugar de honor y olvidarse por completo del reloj.

• La estimulación de la piel mediante caricias desempeña seguramente una función esencial para que comiencen a fluir abundantemente las hormonas y otras sustancias. Por tanto es una buena idea dedicar un tiempo a las caricias y al masaje sobre la cara y el cuello de la pareja porque en sus músculos se acumula una cantidad enorme de estrés psíquico. Esta tensión es debida a la represión de emociones por culpa de las reglas de la vida social: no se puede reír, llorar o enfadarse en cualquier lugar y siempre que se desea.

• Retrasar la eyaculación. Conviene considerar las recomendaciones de taoístas y tántricos. Si no evitarla siempre, al menos en ocasiones o retrasarla. Con la salida del esperma, por muy atento que se sea, se desvanece el magnetismo que une a la pareja y se vuelve abruptamente a lo cotidiano. Se corre el riesgo de que la relación sexual se reduzca a una descarga de tensión, cuando puede ser mucho más: la brasa que mantiene caliente el amor, la sensación de comunión, que da magia a todas las horas del día.

• No hay que intelectualizar el acto. No hay que pensar lo que se está haciendo, al contrario, hay que soltarse para que actúe el instinto. Esto no es contradictorio con el hecho de ser más consciente. Como en la meditación, se trata de observar lo que ocurre en la mente y en el cuerpo. Cuando se realizan ejercicios respiratorios o determinadas posturas, las instrucciones se realizan lo más automáticamente posible, sin pararse a pensarlas.

• Tras el orgasmo, es una buena idea dejarse vencer por el sueño o descansar al menos durante media hora a una hora. Algunos sexólogos opinan que conviene separar los cuerpos para reencontrarse con uno mismo y asimilar la experiencia, dejando que la pareja haga lo mismo. Pero el descanso no tiene porqué ser el final. Al contrario, cuando la relajación se realiza en el momento oportuno permite disfrutar de horas de relación sin llegar a sentirse exhausta/o.

La importancia de la respiración

El control de la respiración es uno de los métodos más eficaces para dominar la eyaculación y multiplicar los beneficios que proporciona la relación sexual, tanto en el hombre como en la mujer.

La respiración aumenta el ritmo a medida que se acerca la eyaculación. Por tanto hacerla más lenta y profunda ayuda a retrasarla al tiempo que reduce la tensión nerviosa.

Estar menos nervioso no quiere decir estar menos excitado sexualmente. Al contrario, al relajarse durante el encuentro sexual se incrementa la capacidad de sentir y se sustituye el componente violento por armonía. Ésta se favorece enormemente si la pareja consigue sincronizar su respiración: cuando el hombre penetra y espira, la pareja inspira; cuando se retira e inspira, la pareja exhala. Si se adopta una respiración lenta y profunda se puede repartir cada inspiración y espiración en varios vaivenes.

Si a la respiración se suma el control de los músculos del perineo, todavía mejor. El placer se hace más intenso y se mejora el control.

Investigación de
Vera Alaniz para TodoSalud

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