Hablo con animales
«Como observo que es un tema bastante recurrente entre mis congéneres y sus humanos, le propuse a Vero que le contara cómo lo hicimos nosotras (hablan las gatas)”
“Mi hermana Cleo y yo llegamos a casa, con un mes de diferencia. Por nuestra naturaleza gatuna todos los días la despertábamos a Vero tipo 3.30 o 4 de la mañana (sí, los gatos somos seres nocturnos) para jugar, pedir comida o simplemente circular ruidosamente por la casa. Vero se ponía muy nerviosa y nos hablaba quejándose de la situación. Pero nosotras no entendíamos qué estábamos haciendo mal: nuestra naturaleza es así y el tono quejoso o hasta rabioso nos daba gracia (qué quejosos y lamentosos son a veces los humanos) pero no había nada que nos estuviera proponiendo como acuerdo. Era sólo una queja y eso no nos decía nada y era bastante molesto a decir verdad. Entonces, nuestra humana que tanto nos quiere y que está también aprendiendo a quererse a sí misma tanto como a nosotras, nos sentó a las dos y nos propuso”:
“Estamos viviendo todas juntas. Es importante que todas estemos felices y vivamos en paz. Si no puedo dormir de corrido me siento mal al día siguiente. Ustedes necesitan tener comida a disposición, que yo esté tranquila para no tener tanto trabajo de transmutación emocional y que podamos jugar cuando haga falta, descansar cuando sea el momento, que la bandeja sanitaria esté siempre limpia y que mis movimientos hacia ustedes sean suaves, sutiles y respetuosos de la sensibilidad de ustedes, sin invadirlas ni molestarlas. Yo les propongo darles todas esas cosas a cambio de que ustedes me dejen dormir hasta que yo me levante y ahí jugamos, las acompaño a comer o cualquier otra cosa que me pidan en ese momento. ¿Estamos de acuerdo?”
“Nosotras la miramos, nos miramos y contestamos que sí. Le dijimos que si en algún momento ella no cumplía alguna parte del acuerdo o si necesitábamos algo que nos estaba haciendo sentir incómodas o inquietas, se lo haríamos saber, despertándola a la madrugada o temprano a la mañana (o haciendo otra cosa que le incomodara), para que se diera cuenta de que algo estaba mal. Pero que estábamos de acuerdo.”
“Hasta ahora, todas cumplimos. Es un placer hacer acuerdos con seres respetuosos y empáticos. Y le pedí a Vero que lo compartiera, para que otros gatos y sus humanos puedan resolver problemas de comunicación y empezar a ser más felices.
Las personas a veces no entienden que nosotros (realmente) entendemos todo. (Les cuento un secreto: hoy a la mañana estaba sobre el pecho de Vero, haciéndonos los mimos de la mañana, porque nos encanta dormir juntas. Ella me pidió que le hiciera caricias con mi mano en su cara, como a veces hago. Y le di el gusto. No saben lo contenta que se puso y cómo sentí abrirse su corazón. Es tan fácil hacer feliz a un humano…)»
Princesa.
Sobre la autora:
Lic. Verónica Kenigstein
www.veronicakenigstein.com
www.habloconanimales.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *