Una correcta exposición a la luz solar es fundamental para la correcta función del organismo humano, para una sana vitalidad y emociones equilibradas.

El verdadero peligro de la exposición veraniega a los rayos del Sol consiste en el hecho de que durante los meses invernales el cuerpo no sólo no recibe una cantidad suficiente de alimento Luz, sino que además se expone a una iluminación artificial que es insuficiente. Esta falta de gradualidad, constancia y equilibrio, provoca una incapacidad cada vez mayor de adaptación, con todos los problemas relativos.

En lugar de llenarse de cremas protectoras, la mayoría de las cuales contienen sustancias nocivas, sería más correcto exponerse con más frecuencia y constancia a la luz solar durante todo el transcurso del año.

El agua, como la luz, es un elemento fundamental para nuestra supervivencia.
A la pregunta: «¿El agua hace daño?», el 99% de las personas contesta que no. Sólo el 1% de las personas ha contestado con una respuesta de este tipo: «Depende, si tomas 50 litros de agua te mueres”. Esta respuesta muestra un aspecto fundamental que hay que aplicar a la luz: una correcta modalidad de tomar la luz solar se basa en la constancia gradual y no en indigestiones de luz.

Muchas personas se encierran durante todo el invierno en ambientes iluminados artificialmente, exponiéndose a la luz solar sólo durante unos pocos minutos por día, y luego, en los meses veraniegos, someten su cuerpo a niveles de exposición que superan las seis horas diarias. De esta forma el cuerpo se somete a un periodo muy intenso y a otro de casi total ausencia de luz solar. Es como si uno comiera tres kilos de pasta al día durante dos meses y luego pasara los otros diez meses del año casi ayunando. El cuerpo lo padecería. Una exposición intensa al Sol, si carece de gradualidad y constancia, incluso en los meses invernales, podría generar desequilibrio.

Como todo alimento y medicamento, también la luz solar hay que saberla dosificar. Existen horas y tiempos adecuados para evitar una excesiva recepción y eventuales efectos negativos.

Fuente
El libro ‘Las 108 Perlas del Sol’, de Daniel Lumera
www.concienciasolar.es

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