Es una vibración a una frecuencia y resonancia determinadas. El sonido permite obtener una mayor conciencia corporal ya que las distintas frecuencias (o vibraciones) «resuenan» en determinadas partes del cuerpo.

Así, las afinaciones «se ubican» o corresponden a diferentes centros energéticos o vocal determinada u órganos internos según el enfoque de cada cultura. Para el terapeuta esta particularidad sería de gran utilidad ya que según el síntoma físico particular del paciente podría implementar terapéuticamente el sonido que corresponda a ese centro afectado y desde allí realizar un enfoque basado el la relación cuerpo-mente.

La implementación de los sonidos como así también de la música, pueden afectar la frecuencia de las ondas cerebrales por medio del principio de «sincronicidad». De esta manera se puede obtener una relajación más profunda la cual nos permite llegar a un estado de conciencia más amplia y observar nuestra vida desde una perspectiva más tranquila y meditativa.

Ejecutar un instrumento sonoro en forma repetitiva tiene efectos similares a la respiración yóguica profunda, pues una vez que la atención fue «atrapada» por el sonido, la conciencia puede desplazarse con facilidad hacia la respiración en una práctica guiada. Aquí es donde se vería aplicado el principio de sincronicidad.

Según investigaciones del célebre médico francés Alfred Tomatis, especialista en problemas de audición, los sonidos de frecuencias altas resuenan en el cerebro e influyen en las actividades cognitivas como el pensamiento, la percepción espacial y la memoria. Las frecuencias medias tienden a estimular el corazón, los pulmones y las emociones. Las frecuencias bajas, influyen en el movimiento físico. Podríamos resumir que el sonido influye en el ser humano en tres niveles: en los estados mentales y emocionales, en la conciencia espiritual y la experiencia y por último en el cuerpo físico.

Desde los primeros tiempos, los filósofos védicos y los hombres santos hindúes utilizaron cánticos y simples sonidos monosilábicos (mantras). Estos mantras, utilizados habitualmente durante las meditaciones silenciosas, son  sonidos fundamentales que ayudan a centrarse y calmar la mente.

Los sufíes asignan atributos divinos particulares a las vocales, cada una de las cuales corresponde a un centro de energía del cuerpo.

Los sonidos pueden estimular la curación, facilitar la relajación: tocar campanas y/o címbalos manuales, metalofones, gongs o campanas de viento, tambores, silbatos, cantar, escuchar música, etc., y entonar (tarareo con vocales para cambiar las vibraciones del cuerpo) pueden afectar positivamente tanto a nuestras mentes como a nuestra fisiología.

Los sonidos y sus vibraciones pueden activar y afectar nuestros centros energéticos. Estos tienen correspondencias con el sistema glandular el cual funciona como una sub-estación emocional responsable de nuestros cambios mentales y de comportamiento.

 

Sobre la autora
Lic. Cecilia Crocsel
Diseños de objetos sonoros de uso terapéutico y ambiental.
informes@ceciliacrocsel.com.ar

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