De acuerdo a la psicología Cognitiva en su vertiente Positiva (Seligman) los tratamientos psicoterapéuticos tradicionales acentuaron desmesuradamente la importancia y los aspectos negativos de los pacientes, enfocando la atención sobre los déficits, la desesperanza, los trastornos y síntomas, la angustia y la emocionalidad negativa. La psicología, así, descuidaba los aspectos positivos y recursos para sanar los padecimientos psicológicos y lograr activamente mayor bienestar.   Esa omisión que la psicología cognitiva-positiva refiere en la psicología tradicional, se deja ver en el descuido y escasa minuciosidad con que se trata el tema de las emociones positivas; siendo estas un grupo de emociones que aumenta los recursos y capacidades para sanar y mejorar las condiciones de salud mental.
Pacientes y profesionales podemos incurrir (en tal caso) en lo que se llama “sesgo negativo” y “minimización de lo positivo” respecto al tema de las emociones positivas.
El “sesgo negativo” es una tendencia natural de enfocar con excesiva importancia lo que señala peligro, injusticia y dificultad a resolver, ya que nuestra percepción se “enfoca” espontánea y recurrentemente en los aspectos negativos y situaciones de peligro, injusticia y pérdida, u otras señales que concitan y resuenan con afectos negativos y malestar. “Minimizar lo positivo”, por otra parte, consiste en la tendencia a distorsionar la realidad cuando las personas quitamos importancia y foco a los aspectos agradables y potencialidades, a los recursos y capacidades. Esto se reproduce al hablar repetitiva y exclusivamente sobre episodios traumáticos y temas que causan sufrimiento, cuya existencia motivaron el tratamiento, sin que en el mismo se distinga, focalice y promueva, también, las emociones positivas y las circunstancias que las facilitan. Las emociones positivas colaboran a restaurar la salud mental, y funcionan como recursos que se amplían y permiten cambios y modificación positiva de pensamientos y conductas, así como una regulación mayor de las emociones negativas.
Sobre la integración de las emociones positivas en terapia psicológica y psiquiátrica, algunas voces indican, “qué interesante, yo las incorporo”; variando de continuo a la capciosa pregunta: “¿realmente existen?”.
Un asunto de vital importancia en la salud mental es que, para que la integración de las emociones positivas no sean intentos esporádicos y casuales, o impulsos desordenados, debe sistematizarse conceptos claros sobre ellas: qué son y qué lugar merecen en el camino de mejora de los síntomas (“Para qué sirven”).
Las emociones de agrado y placer o “tono hedónico positivo”, cumplen funciones especiales en el individuo y en la comunidad, tienen manifestaciones precisas y aumentan los recursos mentales y capacidades, ampliando nuestra conexión con el entorno y con los demás, potenciando la empatía y la solidez de los vínculos y el desempeño de actividades y tareas, mejorando la apertura hacia lo nuevo, así como una resonancia hacia el bienestar de la persona y su motivación a objetivos.
En coincidencia con la perspectiva de la psicología cognitiva-positiva (Seligman, Fredrickson), creo que es necesario entenderlas, identificar su presencia y función en la persona y en la curación de síntomas psico-emocionales. Además de reflexionar sobre sus ventajas y desventajas, requieren un lugar preciso en el diálogo terapéutico, registrándolas y calibrando su incidencia en la mejoría; distinguiendo la emocionalidad positiva del paciente, cómo activarla con intención y registrar su integración, ya que las mencionadas emociones contrarrestan el sufrimiento, la rigidez y persistencia de los síntomas, siendo recursos hacia la salud y curación cognitiva y emocional conductual.
Sobre el autor:
Lic. Martín Berasain
Psicólogo Cognitivo Conductual.
Autor de: “Activa tus emociones positivas”, ed. Hojas del Sur.
psiberasain@hotmail.com
www.berasain.com
 

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