En las entregas anteriores clasificamos entres los vínculos patológicos:

1° vínculo e dominio con o sin violencia física
2° vínculo de indiferencia y cosificación
3° vínculo desde la victimización y responsabilizar al niño
En esta nota analizaremos el vínculo de Indiferencia

Vínculo de indiferencia y cosificación

Este vínculo es uno de los más terribles para el niño, en los casos gravísimos suelen morir por enfermedades o hambre, pero en los casos a los que me refiero, no hay falta de sustento biológico, comida y abrigo, pero la ciencia ya demostró sin duda alguna que el niño necesita tanto comida y abrigo como afecto y cariño, y esto último es lo que nunca podrán tener, porque sus padres son incapaces de darlo o porque no lo creen necesario.

Hay muchas maneras de morir, y una es no ser tomado en cuenta, y estos niños ignorados y convertidos en cosas mueren día a día, hasta llegar a adultos sin autoestima o sin capacidad afectiva.

Cuando un bebé llora y lo único que puede hacer la madre es darle la teta, cambiarlo o mecerlo pero lo hace irritada y fastidiada, este bebé crecerá sin conocer el afecto, el juego cariñoso de la madre para obtener una sonrisa, o el abrigo protector de un padre cuando llora por una pesadilla, y esto amigos es estar muerto para estos niños que piensan: no existo para mis padres, no existo.

Estos padres según sea el patrón cultural, materializan las supuestas expresiones se afecto, a través de regalos, colegios caros, etc., o no establecen ningún contacto más allá que el necesario para satisfacer las necesidades biológicas y de educación, pero en ningún momento se pregunta al niño que desea comer o cómo se encuentra en el colegio.

Frecuentemente son padres que exigen alto rendimiento escolar de sus hijos sin acompañarlos o felicitarlos por los logros.

Estos niños crecen sin reconocimiento afectivo, desde bebés sus necesidades afectivas no son comprendidas ni satisfechas, al desarrollar su vida, la necesidad de apoyo y reconocimiento es fundamental en el fortalecimiento de un yo sano, lo cual no se logra.

Así la falta de reconocimiento lleva a la búsqueda contínua del mismo, desde distintas instancias, siendo los mejores alumnos, o los peores, trasgrediendo las normas, y en los peores casos desde las adicciones, y conductas antisociales graves.

Pero lo más frecuente son adultos comunes, padres, trabajadores y esposos o esposas, que establecen vínculos con sus figura afectivas desde el supuesto de tener que hacer siempre algo más de lo esperado para ser queridos, esto surge de la consigna infantil lo que soy no es suficiente debo ser algo más, y así entregan su libertad y sus vida a sus parejas, o allegados, pero con sus hijos la situación es diferente.

Siempre preocupados por no ser queridos no son capaces de decir no, o se convierten en amigos de sus hijos, pero lo peor y lo más frecuente es que repiten la historia, son incapaces de conectarse afectivamente con sus hijos por el miedo terrible a ser rechazados, por lo que elaboran la consigna “si no siento no me duele”, y así crían a sus hijos exactamente igual que fueron criados ellos, sosteniendo el abuso en forma transgeneracional.

En resumen como en el vínculo anterior la pérdida de libertad era la característica, aquí la falta de autoestima y de ser tomado como persona es la distinción, como vemos no estamos hablando de padres estrictos sino de cuidadores incapaces de serlo y por sobre todo capaces de dañar y mucho.

Sobre el autor
Dr. Fabián A. Molina
Médico Psiquiatra y Psicólogo Médico
MN 73.763 MP 54.848
Programa de victimas de relaciones psicopaticas y violencia
Hospital Braulio A. Moyano, C.A.B.A.
fabianmolinapsi@hotmail.com

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