Las culturas agrícolas observaron que la vida renacía después del invierno; que las plantas florecían en primavera y fructificaban en verano; que el Sol daba su calor y su energía a todas las formas vivientes. Los incas, asentados en el hemisferio sur del planeta, celebraron con el Intiq Raymin (Intiq, Sol; Raymin, la Fiesta) el momento en que el Padre Sol (Tayta Inti ) iniciaba su marcha hacia el Sur para calentar esta parte del mundo, entre el 21 y el 24 de junio. La ciencia conoce a este fenómeno como el solsticio (Sol quieto) de invierno, la noche más larga del año. Para los pueblos originarios era el momento en que los ciclos de la naturaleza y del cosmos recargaban su energía, para reiniciar renovados, el Nuevo Tiempo.
Desde entonces todos los pueblos andinos tributan respeto y reconocimiento al Sol como principal fuente de la vida, celebrando al mismo tiempo el comienzo de un nuevo año (Musoq Wata), coincidente con el solsticio. Según su calendario, estos pueblos atraviesan hoy el año 5527, ya que su cronología se origina en el centro sagrado de Tiwanaku.
El calendario andino se basa así en el movimiento del Tayta Inti que determina la sucesión de las estaciones, y se compone de doce meses lunares más una cantidad de días complementarios, todo lo cual es representado con la Chakana, que preside el ciclo ceremonial. La Chakana o “Cruz andina” es la Constelación del Sur –conocida como la Cruz del Sur-, y es una síntesis de la cosmovisión andina: es la unión del cielo y la tierra y reúne a los principios femenino (Urin Saya) y masculino (Hanan Saya), exponentes de la Dualidad. Organiza a las cuatro estaciones, a las ceremonias y sus fechas. Expresa la idea del tiempo circular y sagrado, muy distinto al tiempo cronológico occidental; es un tiempo que se renueva a sí mismo, a la naturaleza, a los hombres y al Universo a través de las ceremonias, rituales y festividades.
El mes de junio se llama Intiq Raymin y en el día 21 que coincide con el solsticio de invierno y con la aparición en el cielo de la constelación de las Pléyades (“Las siete cabritas” según los incas) se realizaba -y se realiza- la celebración que lleva el mismo nombre. Se hacen ofrendas al Tayta Inti para propiciar la continuidad y renovación de la vida, para que sus rayos sigan brillando y aseguren buenas cosechas y salud para todos los seres vivientes. Como en todas las ceremonias, el hombre cumple el rol de ayudar a sostener el equilibrio del cosmos, uniendo al cielo y la tierra.
El Willkakuti (en aimara: «el retorno del sol»), Machaq Mara o Año nuevo Aymara se celebra el 21 de junio de cada año en Argentina, Bolivia, Chile y Perú, principalmente en Tiwanaku, Bolivia, departamento de La Paz y forma parte de la cultura aymara. La llegada del nuevo año nuevo aimara simboliza el retorno del sol y la recepción de nuevas energías cósmicas.
La Fiesta del Año Nuevo Mapuche o “We Tripantu” es un día sagrado y festivo para los mapuches, que se celebra todos los años el 24 de Junio. Los festejos del Año Nuevo Mapuche son considerados parte histórica de la cultura milenaria de Chile, y por ende, una de las atracciones más importantes de ese país.
El 23 de Junio al inicio del anochecer, por lo general antes de las 18.00 horas, comienza un evento natural lleno de magia que para muchos pasa desapercibido. Se trata del “We Txipantü” (Año Nuevo Mapuche). El amanecer del 24 de Junio el pueblo Mapuche celebra según su calendario lunar, el comienzo del año nuevo, para ellos será el año 12.486.
Antes de que salga el sol, los mapuche se reúne para realizar el “nguillan mawún” (ceremonia del amanecer), donde se comunican con las fuerzas del cosmos. Cuando el sol aparece por las montañas del este, los mapuche gritan: “Auki we tripantu” (llegó el año nuevo) y “Wiñoi tripantu” (regresa el amanecer)
Para TodoSalud:
Vera Alaniz
Fuente: www.elorejiverde.com
 

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