Limpiar la casa, ordenar la mente
El lugar donde vivimos refleja nuestro interior. Por eso, la limpieza puede ser la mejor meditación: pondrá orden en tu mente y claridad en tu vida.
El hogar es el lugar que nos da cobijo y protección, el espacio que tenemos para alejarnos del mundanal ruido, ponernos cómodos y relajarnos. Es el refugio donde cargar pilas, nutrir y descansar el cuerpo, asearnos y vestirnos con ropa limpia, para resurgir con fuerzas renovadas.
 
Meditar haciendo las tareas del hogar
Este espacio sagrado que tanto nos aporta también tiene sus necesidades, que a veces desatendemos, imbuidos como estamos en la vorágine de la vida diaria.
Y así los papeles se acumulan, la ropa se amontona en el placard, la pila de platos sin lavar crece en la cocina y no encontramos lugar para poner nada. El hogar deja entonces de ser un cobijo para convertirse en una fuente de estrés e infelicidad, en una carga, no sólo física sino también mental y espiritual.
Es como si la casa se nos cayera encima, esa sensación de “no me concentro en nada…”, “todo lo dejo sin terminar…” o “no tengo ganas”.
Keisuke Matsumoto, monje budista del templo Komyoji y autor de Manual de Limpieza de un Monje Budista (Ediciones Duomo), nos recuerda que todo es interdependiente. Así, si el ambiente que nos rodea está desordenado nuestra mente también lo estará, mientras que si tenemos la casa limpia y despejada, nuestra mente estará clara y tranquila.
El día a día de un monje comienza con la limpieza. Se barre el interior del templo y el jardín; y se friega el suelo de la sala principal. Pero nosotros no limpiamos porque esté sucio o desordenado sino para eliminar las sombras que nublan el espíritu.
Al adentrarnos en un templo, experimentamos una agradable sensación al estar rodeados de un espacio lleno de paz. En el suelo del jardín cuidado con esmero, no hay ni una sola hoja marchita, ni una mota de polvo.
Al sentarnos en la sala principal, inconscientemente, la espalda se yergue y nuestros sentimientos se serenan.
Quitamos el polvo para barrer y eliminar las pasiones y los sufrimientos mundanos. Limpiamos la suciedad para desprendernos de las obsesiones y del apego a las cosas.
Vivimos plenamente el tiempo que dedicamos a limpiar minuciosamente cada rincón del templo. Llevar una vida sencilla, y dedicar tiempo a contemplarse uno mismo. Vivir cada instante con cuidado y esmero. Matsumoto muestra las repetitivas tareas del hogar con una perspectiva nueva. “No solo pueden resultar sencillas y divertidas sino también ayudar a encontrar la serenidad interior”, dice.
Esta filosofía de vida no atañe únicamente a los monjes, sino que en el ajetreado estilo de vida actual, todos deberíamos tenerla presente.
La vida es un adiestramiento diario. Cada una de nuestras acciones nos lleva a cultivar nuestra alma. Si vivimos de forma descuidada, embruteceremos el espíritu, mientras que si vivimos con esmero, poco a poco lo iremos depurando. Si nuestra alma es pura, todo lo que nos rodea resplandecerá. Y si nuestro mundo reluce, seremos más generosos con los demás.
El budismo zen es conocido por las tareas de limpieza que realizan sus monjes. Dentro del budismo en Japón, la limpieza se considera un método primordial para «purificar el alma»
Cuando limpiemos o pongamos orden, debemos tratar las cosas con cuidado y mostrar nuestra gratitud.
No importa a qué hora limpie. Lo haré cuando tenga un momento… ¿Sos de los que piensan de este modo?
Limpiamos para eliminar las impurezas que nublan nuestra alma.
La limpieza debe hacerse a primera hora de la mañana. La jornada modelo de los monjes empieza de buena mañana muy pronto: se lavan la cara, se visten, y empiezan a limpiar o a realizar sus tareas matinales. Si exponemos nuestro cuerpo al aire fresco, notaremos como los sentimientos se apaciguan y la energía para empezar un nuevo día brota con naturalidad.
La disciplina que utilizan los monjes del templo de Tokio se llama osoji y consiste en empezar una tarea y dedicarse en cuerpo y alma a ella durante 20 minutos. Ni siquiera se preocupan por si la van a terminar o no. Esto les libera de la presión de obtener resultados y ayuda a imbuirse en la tarea, que se convierte en un modo de meditación.
La propuesta de Matsumoto es simple: cualquier cosa que hagas, por humilde que sea, hazla en profundidad, cien por cien, poniendo los cinco sentidos. Desde hacer la colada hasta hornear un pastel.
Matsumoto recomienda abrir las ventanas cada mañana y ventilar y purificar el aire antes de limpiar.
“Por más que reluzca todo, si el aire que nos rodea es turbio, nuestro estado de ánimo se enturbiará”. Con el primer soplo que entra, la energía de la estación inunda el hogar. “Siente el aire en tu piel. En primavera y otoño será agradable, cálido en verano y gélido en invierno”.
Limpiar es así una oportunidad para entrar en contacto con la naturaleza, cuyo efecto calmante ayuda a encontrar la ansiada paz mental.
Las tareas del hogar sirven también para ejercitar la voluntad y la disciplina.
“Cultiva el hábito de hacerlo cada día”
Por la noche, antes de irnos a dormir, debemos recoger, guardar y ordenar las cosas que hemos utilizado y desordenado durante el día. Así facilitaremos la limpieza al día siguiente.
Si conseguimos limpiar por la mañana y ordenar por la noche, notaremos como nuestro ser se mantendrá despejado a lo largo del día.
Antes de limpiar, hay que abrir las ventanas y ventilar para purificar el aire. Sentir en la piel la frescura del aire que entra, hace que uno se sienta más despierto y puro.
Sentir el aire cuando ventilamos hace que nos pongamos en contacto con la Naturaleza. La ventilación es templada y agradable en primavera y otoño, calurosa en verano y gélida en invierno. Percibir su bondad y su dureza en la piel nos pone en contacto con nuestra fragilidad y al mismo tiempo con la fuerza de la vida.
Para respetar la vida, evitando que proliferen los insectos y tener que matarlos innecesariamente, debemos recoger después de las comidas.
En lugar de arrepentirnos del pasado o preocuparnos por el futuro, debemos vivir plenamente el ahora y esforzarnos por no arrepentirnos mañana. Aplicado a purificar el alma mediante la limpieza sería: “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
Repartir y rotar la limpieza entre todos los miembros de la familia ayuda a valorar lo que los demás hacen por nosotros. Comprender que nuestras existencias dependen unas de otras nos ayuda a trabajar en equipo.
 
Valorar y apreciar lo que nos rodea
Seamos cuidadosos con las cosas que nos rodean. Crearlas costó trabajo, esfuerzo y energía. Seamos agradecidos con ellas tratándolas con esmero y limpiándolas con atención, en vez de menospreciarlas o tratarlas con brusquedad.
Quienes no cuidan de los objetos tampoco cuidan de las personas
No es casualidad que muchas culturas y tradiciones religiosas resalten la importancia de la limpieza. Un discípulo de Buda dice que se iluminó mientras barría el suelo y a Jesús se lo conoce por lavar los pies a los apóstoles.
Para TodoSalud
Vera Alaniz
Fuente: www.duomoediciones.com
 

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