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Mandatos familiares y sociales en la cama

“En la primera cita, cena; en la segunda, cine; el sexo en la tercera”. “Lo deseable es tener tanto sexo como sea posible”. “El tamaño es importante” “Hay que tener muchos orgasmos.”

¿Cuántas de estas frases creemos como realidad? Tenemos tan incorporados ciertos mensajes familiares y culturales que los consideramos verdades incontrovertibles. Cuando nuestra experiencia difiere de eso que dicen, nos sentimos mal. ¿Cómo superar esta frustración?

Una de las mayores fuentes del malestar sexual proviene de los mandatos de la cultura: qué “debería suceder” durante el sexo o cómo “tienen que ser” las cosas. La publicidad y los medios en general nos bombardean con mensajes que dicen cómo “debemos ser” para resultar atractivos y deseables. Cómo es una relación sexual “perfecta”. Esta presión y las altas expectativas que depositamos sobre nuestro funcionamiento y las relaciones son causas centrales de los problemas sexuales.

Lo que cada familia considera la norma: “las mujeres deben casarse jóvenes y tener hijos”, “el chico es un galán, tiene un montón de novias” suele ser un camino que no desafiamos.

También influye la dificultad para respetar los ritmos naturales de los procesos y de los vínculos. Muchos hombres creen que deben tener relaciones sexuales con cualquier mujer disponible aunque no le guste mucho. Su cuerpo puede no responder como espera; se anticipan dificultades en la erección porque no sabe si funcionará (cosa que finalmente sucede) y eso genera un círculo vicioso cada vez más difícil de resolver.

Algunas mujeres, por el miedo a perder al hombre, o se apuran a tener  sexo, aun cuando sienten que no es el momento y eso produce que su cuerpo se cierre y “dejan de sentir” (no se excitan o no logran conectarse con sus orgasmos). O temen que el varón las considere “poco femeninas” y se vuelven pasivas y estáticas en sus relaciones sexuales. Además, no se dan el tiempo de conocerse, de explorar qué sucede en ese encuentro específico.

La falta de comunicación también juega su rol. Muchas parejas (estables u ocasionales) no hablan de sexo, de sus necesidades, de sus fantasías y esperan que su compañero adivine lo que les gusta. Y el otro, que todavía no tiene la bola de cristal, hace lo que puede. Cada persona es única y le gustan cosas distintas. El juego en pareja se trata de conocerse y disfrutarse. Es necesario hablar, sin herir ni descalificar.

Principales problemas provenientes de las creencias 

Una de las preocupaciones más habituales es el “rendimiento sexual”: tener una erección cuando se la espera, alcanzar el orgasmo, el tiempo que dura la relación sexual, la forma de relacionarse con el compañero. 
Otra de las dificultades es la frecuencia sexual. ¿Cuál es la frecuencia “normal”? ¿Cuántas veces por mes (o por semana) “hay que tener sexo”? Cada pareja tiene sus propias necesidades y deseos. Lo importante es que puedan encontrar su propio ritmo y frecuencia, independientemente de lo que otros hagan. 
Muchas personas viven su sexualidad como si fuera un espacio de competencias, una carrera con un único objetivo: el orgasmo. Si el rendimiento y el “llegar a algún lado” es el único camino, se pierde una gran parte de la experiencia.

Mandatos y más mandatos 

La sociedad decreta cómo tienen que ser los cuerpos y las conductas para ser atractivos, aceptables y aceptados. Ademas, condiciona con respecto al rendimiento sexual. Estas presiones terminan produciendo inseguridades porque las personas en lugar de aceptar su propia realidad se comparan con los modelos y terminan sintiéndose frustradas y carentes. Veamos algunos: 
•    Hay que tener determinadas medidas para ser sexualmente atractivo. 
•    Un hombre siempre debe estar dispuesto a tener sexo.
•    Mientras más personas uno es capaz de seducir, más ganador/a es 
•    Si un hombre es macho, puede tener muchas erecciones seguidas y volver a comenzar enseguida. 
•    En el sexo, el rendimiento es lo único que vale. 
•    En una relación, lo más importante es el sexo. 
•    Sexo es igual a penetración.
•    Una vez lograda la excitación no se debe interrumpir la relación sexual. 
•    La erección es condición indispensable. 
•    Toda caricia debe llevar a una relación genital. 
•    La división de las mujeres en “buenas” (no sexuales) y “las otras” (que disfrutan y practican el sexo). 
•    La relación sexual es una “prueba de amor”. 
•    El orgasmo debe ser simultáneo. 
•    Orgasmo masculino es igual a eyaculación. 
•    Una mujer debe alcanzar el orgasmo a través del coito. 
•    Somos responsables de que nuestra pareja tenga un orgasmo. 
•    Entre las mujeres, siempre sexo = amor.
•    La confusión en las mujeres entre buen sexo y amor. Piensan que están enamoradas cuando sólo hubo un buen encuentro sexual.
•    La relación sexual entre dos personas que se aman tiene que darse de manera natural y espontánea. 
•    La relación sexual debe ser una situación de “logros”. “Debemos ser productivos” (excitarnos, tener un orgasmo y producírselo a nuestro compañero/a). 
•    El funcionamiento sexual es como ocurre en la pornografía o en las películas románticas. 
•    Los modelos de género (lo que es ser varón y ser mujer y la forma de vincularse) no respetan las características únicas e importantes de cada persona y de cada pareja. 
•    Problemas de comunicación y de género que terminan convirtiéndose en “la guerra de los sexos. 
•    Falta de respeto por sí mismo y por otras personas. 
•    Si me ama, nunca mirará a otra persona. 

Claves para superarlos 

•    Comprender que la sexualidad es mucho más que la genitalidad y que los seres humanos somos seres corporales, emocionales, intelectuales, sociales y espirituales. 
•    Reflexionar si la frustración sexual proviene realmente de una dificultad propia o responde a una presión externa. 
•    Aprender a escuchar el propio cuerpo: cuándo sentimos placer o bienestar o cuándo algo nos disgusta y decir que no. Hacerse caso: el cuerpo siempre sabe. 
•    Hacer una lista de todas las cosas que te gustan de ti misma y de aquellas que no te gustan y procurar ver el lado positivo de lo que no termina de satisfacerte. Aprender nuevas formas de relacionarse y de sentir y proporcionar placer independientemente del tamaño o la forma del cuerpo. 
•    Mirar la publicidad y los mensajes de los medios con una mente crítica y consciente de su intención normatizante. 
•    Aprender a vivir la vida de manera más consciente, disfrutando situación con los sentidos, como si fuera la última. 
•    Relacionarnos auténticamente con nosotros mismos y con los demás, expresando con cuidado sentimientos y necesidades. 
•    Pedir lo que necesitamos, de una manera sensible y calificadora (que quiere decir decirle al otro lo que encontramos bueno de él o ella), respetando nuestros sentimientos y sensaciones, sin dejar de percibir a quien tenemos al lado. 
•    Diferenciar entre el aquí y el ahora y el pasado. Detectar si el problema se dispara por una situación actual o es un reflejo del pasado. Posicionarse en el presente, registrando lo que pasa hoy y si tenemos recursos para enfrentar esta realidad con fortaleza y seguridad. 
•    La inseguridad y la frustración bajarán su intensidad cuando podemos aceptar “lo que es”. Moderar las expectativas, aprendiendo a vivir el aquí y ahora. Aceptar lo que no puede cambiar y proponerse modificar lo que se puede.

 El desafío de ser uno mismo

Prueba el siguiente ejercicio para desafiar el qué dirán y responder auténticamente a lo que sientes. Frente a una situación sexual en la que sientes inseguridad, pregúntate: “¿y si no fuera así?”, “¿y qué?” o “¿quién lo dice?”. Por ejemplo: “mis amigas tienen muchos orgasmos y yo apenas uno. ¿Y qué?”. “Me gusta un hombre 9 años más joven que yo. No sé si está bien salir con él. ¿Quién lo dice?” 
Quien sabe lo que es mejor para alguien, es uno mismo. Nelson se separó hace 6 meses. Su amigo insiste en salir con dos mujeres. Cuando salen, teme no funcionar sexualmente y se emborracha (y así evita el encuentro sexual). Su cuerpo sabía que aún no estaba listo para un encuentro. Sus amigos creían que sí. En lugar de hacerse caso, escucha a los de afuera. Pero su ser se las arregla para ser escuchado y evitar lo que no desea. 
Escucha a tu cuerpo. Él siempre sabe. 

Sobre la autora
Lic. Verónica Kenigstein 
contactanos@campodeconciencia.com
Es: -Facilitadora de procesos de transformación transpersonal,
-Terapeuta psico-corporal, Especializada en parejas y en comunicación -Sexóloga 
Creadora de la Escuela Vincular Campo de conciencia (www.campodeconciencia.com) y del Espacio multimedial sobre Tantra, relaciones y sexualidad Senderos del Placer (www.senderosdelplacer.com.ar).

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