La antes llamada demencia senil o arterioesclerosis, es un proceso que se dispara a partir de una o más de una, pérdida personal esencial sin capacidad de afrontamiento. Arrastrando tras de ella a la identidad misma de la persona, o lo que ella creía que era.
Al entender disuelta su posibilidad de ser y quedar anulada su cotidianeidad, que giraba sobre lo perdido (el esposo, o los hijos, un hermano o hermana entrañable, su capacidad de hacer, su casa/sus cosas, el dinero, etc.), entra en una depresión peculiar y típica que cursa de inmediato con ensimismamiento y desatención cada vez más resistente a los estímulos normales de la vida cotidiana, que al no grabar lo que le dicen, lo que ella misma dice, lo que ve, lo que siente, etc., parece que hubiera perdido la memoria, pero que no es tal cosa.
En la Demencia Crónica Progresiva (DCP) o alzheimer no hay una alteración de la memoria sino de su condicionante funcional previo, que es la atención. No hay pérdida de la llamada memoria inmediata, sino desatención.
La pulsión de vida aflora sólo en recuerdos del escenario infantil con todos en su hogar de la niñez, padres y hermanos vivos, lo que se ha confundido con el mantenimiento de la memoria del pasado, lo que no es cierto; sólo hacen referencia a escenas con ese contenido. Cursa esta depresión con apatía, declinación de la reactividad, disolución de las actividades esenciales de la vida diaria (aseo, alimentación, ubicuidad, vinculación familiar y social, autocuidado) y –singularmente- ausencia de respuestas emocionales básicas, introversión marcada y progresiva.
En un momento dado comienza a desconectarse de la realidad que siente que ya no la contiene (expresa que no sabe para qué vive, que molesta, que quiere irse), etc., y para ello recurre a un mecanismo que todos tenemos como programa biológico que es, en las personas sanas, el bloquear por lapsos cortos las respuestas a estímulos sensoriales que nos llegan y que no son esenciales para la defensa u otras acciones esenciales (como al cruzar una calle muy transitada o ponernos en alerta frente a un posible ataque en un medio de transporte colectivo y no sentimos que otro nos roba, pero también en situaciones menos exigentes). En las DCP ese bloqueo es anómalo por lo persistente, no discriminante, sin razón aparente, es progresivamente más firme y va abarcando por fin a los once sentidos que poseemos (visión, audición, equilibrio, tacto, orientación espacial, gusto, percepción corporal, olfato, y los otros tres que se desarrollan a lo largo de la vida de relación: sentido de lo extraño o de la familiaridad, sentido del tiempo y sentido de la ubicuidad). La crisis psicosocial produce aquí una alteración biológica esencial sobre los sentidos, que es el puente hacia lo patológico somático entre lo psicológico y psico-social, y lo biológico. Ese bloqueo persistente y sostenido, aunque con oscilaciones al principio –entra y sale del túnel donde se ubica- termina por alterar obviamente el mecanismo de reconocimiento de los estímulos que se reciben, esenciales para todo quehacer motor, psíquico, cognitivo o emocional, y que se refleja en la falla en los reconocimientos sensoriales (no reconocen lo que ven, los olores, la ubicación de objetos y lugares, etc.) Todos los comportamientos anómalos que se observan son consecuencia directa o indirecta del proceso que se ha descripto.
Derivado de esta teoría se ha desarrollado un protocolo de diagnóstico, que se presenta aquí, y un protocolo de recuperación de casos incipientes, que se difundirá próximamente. Todo ello producto de 17 años de investigaciones con resultados opacados por el paradigma mecanisista hegemónico y dominante, que ahora entró en una severa crisis de existencia al comprobarse el fracaso de la hipótesis de las proteínas amiloides como causa y los efectos nulos de fármacos experimentales utilizados hace más de 25 años.
Diagnóstico de la Demencia Crónica Progresiva (alzheimer)
A) Indicadores de la Fase Incipiente (Psico-social)
1. Aislamiento, introversión, desatención resistente a los estímulos normales cotidianos, ensimismamiento (mirada ciega en lontananza, cierre de los ojos en vigilia) con emergentes anómalos que son leídos equivocadamente por los allegados como pérdida de memoria. La atención retorna con estímulos fuertes.
2. Apatía, no inicia nada nuevo y no renueva lo necesario, se muestra como entregada.
3. Estado depresivo, desgano, desinterés por el entorno inmediato (sea familiar, barrial, ciudadano, etc., ya sea real o virtual).
4. Progresiva falta de respuestas emocionales básicas.
5. No ríe, y hasta no sonríe.
6. Presenta oscilaciones; entra y sale del ensimismamiento y la depresión (entra y sale del túnel)
7. Ausencia de imágenes cerebrales anómalas.
8. Falta de respuesta positiva a todo tipo de fármacos, excepto al modafinilo en dosis subclínicas (50 mg /día) para la elevación de la atención de alerta, en combinación con estimulación multisensorial y autobiográfica y acciones psicoterapéuticas de ayuda a la elaboración racional del duelo no resuelto. No cura, pero ayuda en los esfuerzos terapéuticos.
9. Fase reversible por acciones terapéuticas que se corresponde lógicamente con el proceso descripto, centradas en esfuerzos de ayuda a la elaboración del duelo no resuelto, con participación de psicólogos, psicólogos sociales, acompañantes psico-terapéuticos y generales, médicos, enfermeras y cuidadores expertos, y el involucramiento de la familia en la estrategia de recuperación.
10. Ocurren ocasionalmente remisiones espontáneas cuando circunstancias familiares especiales les produce una remotivación vital, como el cuidado de familiares enfermos en mujeres, que les activa el mandato antropológico de contención y cuidado, o circunstancias equivalentes, o en hombres con el encuentro con un trabajo o quehacer enaltecedor.
B) Indicadores de la Fase biológica (Psico-socio-biológica) no patogénica.
1. Ya son menos frecuentes y más cortos los regresos a la normalidad, aunque sí bajo estimulación masiva multisensorial y autobiográfica.
2. Progresiva disolución de las actividades esenciales de la vida diaria: aseo, alimentación, autocuidado, autoseguridad, vinculación familiar y social, autocontención, autoestima.
3. Comienzo de fallas en los reconocimientos sensoriales, con frecuencia comenzando por lo visual, lo olfativo, la orientación espacial. No obstante aun en esta etapa y más claramente en la anterior, la persona sigue grabando estímulos sensoriales que le llegan cuando está en vigilia, y la funcionalidad del sistema sensorial es reversible.
4. Ausencia de imágenes cerebrales anómalas. Ausencia de comportamientos agresivos y de alucinaciones y delusiones, a diferencia de otros síndromes.
5. Falta de respuesta positiva a todo tipo de fármacos, excepto al modafinilo en dosis subclínicas (100 mg/día) y con seguimiento estricto, para la elevación de la atención de alerta, en combinación con estimulación multisensorial y autobiográfica y acciones psicoterapéuticas de ayuda a la elaboración racional/emocional del duelo no resuelto.
6. Son recuperables por acciones concertadas con una familia claramente involucrada en la perspectiva, con terapéuticas plurales por un equipo de psicólogos, psicólogos sociales, médicos, acompañantes psico-terapéuticos y generales y cuidadores expertos.
7. Se presentan remisiones “espontáneas” ocasionales como en la fase anterior.
8. El inconsciente fluye libremente y se expresa en la negación de los familiares con quienes ha tenido conflictos serios.
9. Una mudanza y retiro de sus pertenencias produce un agravamiento importante por el fenómeno de la des-vestidura (la persona siente que se la ha desnudado).
C) Indicadores de la Fase biológica patogénica
1. Las fallas en los reconocimientos sensoriales se van extendiendo progresivamente a todos los sentidos. Implica el comienzo de la disolución del ser.
2. La alteración del sentido del gusto, posiblemente el más grave- desencadena la inapetencia, y luego fallas en la deglución y por última alteraciones en la digestión que conducen a la pérdida de peso difícil de superar médicamente.
3. La alteración del sentido de la gravedad (equilibrio) puede ocasionar caídas con riesgos importantes, y del sentido de la percepción corporal conduce a golpes contra muebles y marcos de puertas que en personas muy mayores suelen tener quebraduras con consecuencias importantes.
4. Quietismo, bamboleo, profunda introversión, aislamiento.
5. Los mandatos sociales primigenios de la infancia se disuelven (continencia, ubicuidad, etc.)
6. La incomunicación con el entorno por las fallas en los reconocimientos sensoriales en todos o casi todos los sentidos impide el acceso a la persona, y obviamente de ésta con aquél.
7. Ningún fármaco tiene efecto, excepto los que pueden corregir anomalías metabólicas o fisiológicas que aparecen o ya estaban presentes desde antes y que son de consideración médica.
8. Comienzan a aparecer imágenes cerebrales anómalas con reducción y vacíos, y amiloidosis (aumento de proteínas amiloides, indicadores de ausencia de trabajo cerebral).
9. Se observa en buen número de casos lo que se muestra como dificultades serias e interrupciones en la respiración.
10. Ya no estamos frente a algún aspecto esencial e intrínseco de la naturaleza humana, salvo que la fisiología puede seguir funcionando en forma asistida.
Listado de diversos síntomas con que suele confundirse
a) Crisis depresiva, fácilmente identificable porque la causa es expuesta por la/el paciente apenas se le pregunta, sobre una estructura psicológica sin tendencia a la depresión. No debe medicarse porque evoluciona positivamente sólo fortaleciendo el autocuidado y autoprotección. Es eventualmente de tratamiento psicológico.
b) Desatención por atravesar una situación de resolución incierta (la enfermedad del nieto o el hijo, la pérdida del trabajo, una separación, un daño moral, el afloramiento de un acontecimiento penoso del pasado (abuso sexual, pérdidas, abandonos, traiciones, culpa, etc.), el padecer una enfermedad, la pérdida de un amor oculto o de la situación económica, etc. Como la atención condiciona obviamente lo que se graba en el cerebro, parece una pérdida de memoria, que no lo es, y se sale de esa situación cuando se le explica esto y la persona lo reconoce y también la familia. Con sólo hablarle o ayudándose simultáneamente con modafinilo 50 mg (subclínico) se mejora la situación notablemente. No debe medicarse. Es de tratamiento psicológico. Debe combatirse el imaginario social y médico de que es un paso hacia la Demencia Crónica Progresiva (alzheimer).
c) Enlentecimiento y dificultad para recuperar inmediatamente nombres de personas, lugares u objetos que no les fueron muy familiares últimamente, y que se cree subjetivamente que ello tiene alguna importancia, por ejemplo saber en el acto si Darwin era Winston o Charles. Es un proceso de envejecimiento normal que puede aliviarse por reactivación de la memoria autobiográfica. Son de tratamiento por psicólogos sociales y psicólogos y recurriendo a acompañantes psico-terapéuticos.
d) Episodio puntual perturbador sobre una estructura de depresión crónica. Esta se debe a un hecho penoso de muy larga data que no estaba entonces en condiciones de racionalizarlo, permaneciendo en el inconsciente y que aflora en todo momento en que la persona tiene oportunidad de subsumirse en ello (pulsión a la repetición o hasta adicción a lo penoso en nebulosa), pero que se mantiene latente por la imposibilidad racional de afrontarlo. Es de tratamiento por psicoanálisis, hasta encontrar el origen del evento(s) que provocara la depresión, con frecuencia abandonos reales o subjetivos. No debe medicarse.
e) Narcolepsia. Muy poco frecuente, que produce desatención y somnolencia diurna, por déficit de una hormona hipofisiaria. Tiene diagnóstico médico y tratamiento farmacológico. Unos cuantos fármacos la producen como efecto adverso. En vigilia no presenta ningún comportamiento típico de la DCP (alzheimer).
f) Rebelión del los 70`, o las seventy-agers. Un porcentaje de alrededor del 10 % de mujeres de entre 60 y 70 años provenientes de culturas androcéntricas familiares o sociales atrasadas, desarrollan una rebelión contra toda una vida de sumisión y dependencia, posiblemente insufladas por asistir a los novedosos posicionamientos sociales y personales de las mujeres actuales (sus hijas o sus nietas ante ellas). El cambio notable produce desubicaciones en familiares y médicos, pero los comportamientos rebeldes nada tienen que ver con una demencia, sino más bien todo lo contrario. Debe empatizarse como valiente, positivo, simpático y deseable que al menos a una edad avanzada la persona ponga fin a décadas de sumisión obligada o consentida. Son de contención por parte de psicólogos sociales y psicólogos y acompañantes terapéuticos, pero descartando cualquier connotación patológica, que rechazan terminantemente. No deben medicarse, y en especial descartar el uso de antipsicóticos.
g) Psicosis por percepción subjetiva de muerte próxima, sobre una estructura psicológica previamente psicótica. Presenta agresividad, alucinaciones, delusiones, desubicaciones, refugio en su casa, rechazo a las vinculaciones sociales. En el hombre es frecuente la conversión de su mujer en madre (la llama mami; regreso al útero), el rechazo a las visitas masculinas (el contra espejo de su degradación física); y en las mujeres la agresión a mujeres más jóvenes y rechazo a toda negociación. Son casos psiquiátricos y se trata con seguimiento estricto con dosis leves de antipsicóticos según respuesta del paciente por el daño que pueden causar a la larga esas drogas.
h) Personas que han decidido cerrar el libro de su vida. Abandonan toda exploración, es decir, lo esencial que diferencia a los hombres de los animales. Los psicólogos sociales y los religiosos pueden ayudar a las personas a morir en paz y hasta con satisfacción, y también a los familiares. Mantienen el espíritu jocoso y las ironías no agresivas, lo que los distingue. Mucho más frecuente en varones y personas muy religiosas.
i) Hábitos de la “maestra de niños pequeños”, que le produce un desplazamiento del equilibrio atencional normal hacia la atención de alerta en detrimento de la atención focalizada, por lo que sólo graba débilmente las acciones que debe llevar a cabo en un tren de muchas otras, por lo que muestra supuestos “olvidos” que en forma equivocada son re significados como pérdida de memoria, y por ende como “alzheimer”, en el imaginario colectivo impuesto. Son de tratamiento por psicólogos o psicólogos sociales.
j) Elevado estrés producido por incapacidad (propia o por el contexto) de ordenar demandas (objetivas o subjetivas) para dar paso a múltiples respuestas, que afecta la atención focalizada, y por lo que no se graba adecuadamente lo que se hace. Es de tratamiento psicológico, eventualmente con colaboración médica.
k) Combinaciones de los síndromes señalados.
Sobre el autor
Director Prof. Lic. Luis María Sánchez
Centro de Investigaciones Neuro-psico-etológicas y Proyecto Alzheimer Internacional
Universidad Autónoma de Entre Ríos, Facultad de Ciencia y Tecnología
Concepción del Uruguay
stopalz@gmail.com