Para empezar, un jardín es un trozo de tierra. Puede que en el haya muchos yuyos de odio a uno mismo y piedras de desesperación, rabia y preocupación. Hay un viejo árbol llamado miedo que necesita una buena poda o que lo corten. Una vez que hayas limpiado bien el terreno y abonado la tierra, siembra algunas semillas de alegría y prosperidad. Al principio no se ve que suceda gran cosa. Pero tú no te detengas, continua cuidando tu jardín. Si tienes paciencia, las plantas crecerán y se llenarán de flores. Lo mismo sucede en tu mente: tú seleccionas los pensamientos que vas a cuidar, y si tienes paciencia, verás como crecen y contribuyen a crear el jardín de experiencias que deseas.
Todos cometemos errores. Es normal equivocarse cuando se esta aprendiendo. Son muchas las personas que padecen de perfeccionismo. No se dan ni una sola oportunidad de aprender algo nuevo porque si no lo hacen a la perfección en los tres primeros minutos, ya suponen que no sirven. Cualquier cosa que decidas aprender requiere tiempo. Cuando uno comienza a hacer algo que nunca ha hecho, generalmente lo encuentra algo raro. Para que veas lo que quiero decir, tomate de las manos. No hay ninguna forma correcta o incorrecta de hacerlo. Tomate las manos y observa que dedo pulgar queda encima. Ahora separa las manos y vuelva a tomarlas, esta vez con el otro dedo pulgar encima. Probablemente te parecerá extraño, raro, incluso incorrecto. Tomate de nuevo como la primera vez, luego cambia, vuelve a tomarlas como la segunda vez y déjalas así. ¿Que te parece?
No tan raro. No tan mal. Ya te estas acostumbrando. Tal vez puedas aprender a tomártelas de las dos maneras sin sentir extrañeza. Lo mismo sucede cuando hacemos algo de una forma nueva. Puede parecernos diferente e inmediatamente la juzgamos. Sin embargo, con un poco de práctica se nos hace normal y natural. No vamos a amarnos a nosotros mismos totalmente en un solo día, pero podemos amarnos un poco más cada día. Si cada día nos damos un poquito más de amor, dentro de dos o tres meses habremos progresado bastante en nuestro amor propio.
Así pues, las equivocaciones son muy valiosas porque son nuestras maestras. No te castigues por cometer un error. Si estas dispuesto a utilizarlo para aprender y crecer, entonces te servirá como un peldaño hacia la realización total en tu vida. Algunos llevamos bastante tiempo trabajando en nosotros mismos, y nos preguntamos por qué aun nos siguen reapareciendo problemas. Es necesario que continuemos reforzando lo que sabemos, que no nos resistamos agarrándonos la cabeza y exclamando: ¿De qué me sirve? Cuando estamos aprendiendo algo nuevo tenemos que ser dulces y cariñosos con nosotros mismos. Recuerda que cuando en el jardín aparezca una mala hierba negativa, debemos arrancarla cuanto antes. Amarse a uno mismo no tiene nada que ver con sentimentalismos ni cursilerías. Se trata de un asunto bastante más serio. Al hablar de amor, nos referimos a los pensamientos, palabras, actitudes y comportamientos que nos profesamos a nosotros mismos. Así, amarnos es sinónimo de escucharnos, atendernos, aceptarnos, respetarnos, valorarnos y, en definitiva, ser amables con nosotros en cada momento y frente a cualquier situación.
El primer paso para amarnos consiste en conocernos, comprendiendo como funcionamos para diferenciar lo que deseamos de lo que verdaderamente necesitamos para ser felices. Y aunque en un primer momento lo parezca, este proceso de autoconocimiento no es un fin en si mismo. Es el medio que nos permite adueñarnos de nuestra mente, superando a través de la aceptación y el amor nuestros miedos, complejos y frustraciones.
Emocionalmente hablando, solo podemos compartir con los demás aquello que primero hemos cultivado en nuestro corazón. Si no aprendemos a ser felices de forma autónoma e independiente, es imposible que podamos ser cómplices de la felicidad de las personas que nos rodean. No en vano, al vivir tiranizados por nuestras carencias, nos relacionamos desde la escasez, pendientes de que los demás nos den eso que no hemos sabido darnos. Por el contrario, al conectar con nuestra fuente interna de bienestar y dicha, entramos en la vida de los demás desde la abundancia, ofreciéndoles lo mejor de nosotros sin necesitar ni esperar nada a cambio.
Extracto del libro:
«El Poder esta Dentro de Ti», Louise Hay
Editorial Urano
Investigación:
Vera Alaniz