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Cúrcuma

La palabra española cúrcuma procede del término árabe kourkoum que significa azafrán. Y es que los árabes pensaban que la cúrcuma era una variante del azafrán quizás porque ambas especias tiñen los alimentos de un tono amarillo intenso muy similar. Por eso se conoce a la cúrcuma como “el azafrán de las Indias” aunque no tenga su perfume sutil y aromático.
La planta arbustiva Curcuma Longa -perteneciente a la familia de las Zingiberáceas, que se caracteriza por poseer unas hojas elípticas de hasta un metro de largo y cuyas flores son amarillas y en forma de espigas. De él se extraen las sustancias biológicamente activas que le confieren sus conocidas propiedades medicinales y que en forma de extracto pulverizado posee un sabor dulzón si bien con un toque ligeramente amargo y/o picante.
Con propiedades antiinflamatoria, antimicrobiana, antioxidante, carminativa, cicatrizante, diurética y expectorante. Posee un péptido soluble en agua llamado turmerina -que ha demostrado tener efectos antioxidantes, proteger el ADN y una clara acción antimutagénica- y cantidades variables de vitamina C, carotenos y minerales como el calcio, el hierro y el sodio.
En cuanto a sus posibilidades terapéuticas procede decir que la cúrcuma se emplea en Asia desde hace más de 2.500 años para tratar procesos infecciosos en general –y, por tanto, resfríos, gripes, enfermedades de la piel, úlceras, etc.- ya que es antibacteriana, antivírica, fungicida y antiparasitaria útil en procesos inflamatorios y dolorosos. Y además es hepatoprotectora, hipolipidemiante, carminativa. Además está constatada su eficacia para tratar afecciones de la piel como la psoriasis y el eczema así como para prevenir las dolencias cardiovasculares.
Previene la peroxidación lipídica: Proceso que termina llevando en buena medida a la aparición y progresión de las dolencias hepáticas, renales, cardiovasculares y neurodegenerativas así como a la diabetes y las cataratas.
Es un excelente antiinflamatorio natural, especialmente de las vías respiratoria y urinaria así como de las articulaciones. Otras investigaciones lograrían demostrar que la curcumina es un buen tratamiento –por sí misma o como coadyuvante- en numerosas dolencias diferentes que tienen en común la inflamación. Son los casos de la artritis, la enfermedad inflamatoria intestinal, el Alzheimer, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y autoinmunes.
Los principios activos de la cúrcuma pueden disminuir la inflamación reduciendo los niveles de histamina y, posiblemente, aumentando la producción de la cortisona natural en las glándulas suprarrenales sin producir irritación gástrica ni afectar al sistema nervioso central.
Es hepatoprotectora. El extracto de cúrcuma favorece el buen funcionamiento del hígado protegiéndolo del estrés oxidativo provocado por los radicales libres y también de la acción de toxinas y parásitos. Mejora la salud gastrointestinal. Recomendado para el tratamiento de la dispepsia, que incluye una serie de problemas digestivos como malestar estomacal, gases, distensión, eructos, pérdida de apetito y náusea. Mejora la digestión y estimula la producción de jugos gástricos.
Previene las patologías cardiovasculares. Mejora la circulación sanguínea y previenen la formación de coágulos en la sangre Por lo que todo indica que podría ser útil para prevenir la arteriosclerosis, los infartos, los trombos, etc. Y además tiene efecto hipotensor. Regula los niveles de grasas en el organismo. Disminuye los niveles de colesterol “malo”, ayuda a que la bilis sea más fluida y aumente su flujo y, en algunos casos, contribuye al tratamiento de las hepatitis A, B y C. Por otro lado, la curcumina induce la contracción de la vesícula biliar, previene la formación de piedras de colesterol en la bilis y contribuye a la regresión de las ya formadas. Ayuda a cicatrizar y revitalizar la piel. Los médicos chinos aplican extractos de cúrcuma directamente sobre la piel para ayudar a la cicatrización de heridas ya que se sabe que tiene propiedades beneficiosas sobre los procesos de inflamación, granulación y remodelación de tejidos. Asimismo, diversos autores han constatado que esta especia puede ser útil para el tratamiento de alteraciones de la piel tales como la psoriasis, aquellas provocadas por infecciones bacterianas o virales y hasta el cáncer de piel. También tiene utilidad, empleada de forma tópica, para revitalizar y mejorar el aspecto de la epidermis.
Sobre la autora
Investigación de la Dra. Andrea Paolucci
info@laboratoriobasel.com.ar
www.laboratoriobasel.com.ar

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