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¿Es la vejez sinónimo de enfermedad?  

La creencia según la cual “ser viejo” equivale a padecer enfermedades o depresión es absolutamente errónea: es posible tener muchos años y ser una persona sana y feliz. Las claves estarán marcadas por el modo en que se haya “preparado” cada uno para esta etapa y por los proyectos que se tengan.
Según la Organización Mundial de la Salud, en la actualidad hay unos 605 millones de personas de más de 60 años, lo que representa el 11% de la población mundial. Para el año 2050, los adultos de más de 60 años pasarán a ser 2000 millones, lo que representará el 22% de la población mundial. Es decir: el promedio de edad de las personas del planeta es cada vez más alto. Revertir el concepto despectivo del envejecimiento parece necesario en este escenario que nos augura una extensa vida.
El envejecimiento es un proceso progresivo de desgaste orgánico que comienza mucho antes de lo que comúnmente se cree; prácticamente, ni bien el cuerpo se ha desarrollado y deja de crecer. Estadísticamente, quienes gozan de una mejor salud, autonomía y lucidez al llegar a la vejez no son quienes esperan «tener suerte» o “buena genética”, sino quienes tienen hábitos de vida saludables desde mediana edad.
Proyectos y ejercicio físico, aliados para un envejecimiento exitoso
Es innegable que, conforme pasan los años, los organismos se vuelven más vulnerables y pueden enfermarse, como también es normal que vayan apareciendo diversas afecciones crónicas. Pero existen tratamientos eficaces para muchas de ellas, que permiten tener una muy buena calidad de vida. La prueba está en que la expectativa de vida va aumentando continuamente, y ya no son tan escasas las personas que llegan a los 100 años o más de vida.
En general se envejece como se ha vivido: si se ha llevado una vida sana, observando buenas conductas alimentarias; realizando ejercicio físico, y se ha procurado llevar una buena vida de relación, las bases de la prevención de las enfermedades más frecuentes están sentadas. Es fundamental, además, cuidarse, realizar ejercicio físico y tener proyectos: Eso incluye cuidar la presión arterial, factor de riesgo tanto para infarto de miocardio como para ACV o para un deterioro progresivo de las capacidades cognitivas capaz de llevar a una demencia senil del tipo vascular; cuidarse si se es diabético, bajar de peso si hay exceso, alimentarse adecuadamente comiendo todos los grupos de alimentos, ingerir la cantidad suficiente de proteínas y hacer ejercicio físico, que además de generar buena masa muscular y ayudar al flujo sanguíneo, es un excelente aliado contra las demencias y el Alzheimer.

 Vejez no es sinónimo de depresión

En la vejez existen factores externos que pueden precipitar cuadros depresivos, entre los cuales probablemente el más relevante sea la soledad: conforme pasan los años, se sufre la pérdida de compañeros, amigos y familia, ya que no todos tienen la suerte de llegar a edades avanzadas. Además, la disminución de la vista y la audición, junto a dificultades en el desplazamiento, pueden atentar contra las posibilidades de comunicación, generando aislamiento y falta de incentivos, y como resultado de todo ello, la depresión
La amplia mayoría de las personas de edad avanzada llevan una vida normal, entendiéndose por ello una vida en la cual hay alegrías, sinsabores y rutinas, tal como ocurre en todas las demás.
La depresión puede ser tanto un estado, un síntoma o una enfermedad. Como estado, es un sentimiento que nos es común a todos los seres humanos, y es la experiencia de tristeza, abatimiento y descorazonamiento, a veces en respuesta a un hecho determinado, y en otros momentos se presenta de modo espontáneo que llega y se va como ha venido. Como síntoma, puede ser la expresión de una enfermedad, que como tal deberá ser investigada y tratada. Por último, la depresión como enfermedad es una afectación del estado de ánimo, la cognición y de todo el organismo. Se presenta frecuentemente en etapas más tempranas que la tercera edad y puede aquejar a los que la padecen a lo largo de muchos años. Actualmente, se la considera un trastorno crónico que tiende a repetirse.

¿Se puede aceptar el paso del tiempo de manera natural y alegre?

La adultez se caracteriza por la capacidad de afrontar las vicisitudes de la vida de un modo plástico, procurando adaptarse a las exigencias que momento a momento se nos van presentando. De esta manera, vamos encontrando recursos que nos permiten sortear dificultades, enfrentar retos y decidir caminos. La vejez es una vicisitud más de la vida, y si bien la expectativa de vida ha aumentado, no todas las personas llegarán a viejas, por lo cual el simple hecho de vivir muchos años debería ser un motivo de alegría. Por otra parte, la vejez no llega de golpe, sino que los cambios se van produciendo de a poco, y en la medida en que van sucediendo, las urgencias del cuerpo y del alma van cambiando, y con ello las prioridades.
Hay un bello poema de Konstantinos Kavafis llamado Itaca, cuyo mensaje es disfrutar el camino a la meta, aprender todo lo que se pueda y desear que el viaje sea largo y rico en experiencias, sin apresurarse por llegar al destino. Creo que es una hermosa analogía con la vida: llegar a viejo es una meta para casi todos, pero la vejez por sí misma no nos proporcionará nada, sino que lo importante es el camino y el “viaje” que hicimos para llegar.
Sobre los autores:
Dr Moisés Schapira, Director Médico del Centro Hirsch
Raul Wälder.Psiquiatra Médico especialista en Geriatría y Gerontología www.hirsch.org.ar
 
 

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