Es el tipo más frecuente de demencia. Las demencias son enfermedades caracterizadas por la pérdida gradual, insidiosa e irreversible de funciones cognitivas, con o sin alteraciones conductuales y que ocasionan dificultades en la realización de las actividades de la vida cotidiana.
Todavía queda en el recuerdo colectivo la gran actuación de Norma Alejandro, en la película El hijo de la novia, donde interpretaba a una mujer que padecía Alzheimer, internada en una residencia, a quien su hijo quería cumplirle el sueño de casarse por iglesia. A partir de allí, esta enfermedad tomó mayor visibilidad y la comunidad se interiorizó más sobre esta problemática. Dado que el primer factor de riesgo para el desarrollo de la enfermedad es la edad avanzada, y sabiendo que nos encontramos en un proceso de envejecimiento poblacional acelerado en todo el mundo, no es difícil comprender el por qué en la actualidad se habla de una epidemia cuando se hace referencia a esta patología. En el mundo, se calcula que existen 44 millones de personas que padecen esta afección y las proyecciones de los expertos hablan de cifras tan elevadas como 135 millones de pacientes para el 2050.
La enfermedad de Alzheimer se caracteriza por un inicio con trastornos que, en general, suelen afectar la memoria reciente y que progresa y compromete otros dominios cognitivos como el lenguaje, la orientación temporal y espacial, la atención y la capacidad para organizarse y planificar tareas. Todo esto va ocurriendo de manera gradual, insidiosa y los pacientes en un inicio son conscientes de sus fallas e intentan resolver las cosas por si mismos o disimular sus olvidos. Es muy importante estar atento a cambios en el desempeño habitual de las tareas que realizan en forma cotidiana. Esto puede ser un parámetro adecuado para evaluar la capacidad funcional.
Cuando las capacidades funcionales se van deteriorando, podemos afirmar que estamos frente a un paciente con demencia y no sólo un deterioro cognitivo leve. En un inicio esto puede notarse en las actividades más complejas como puede ser el manejo del dinero, las compras, el trasladarse de un lugar a otro en la calle, el manejo de la medicación, etc. Pero con el avance de la enfermedad se van viendo afectadas tareas más básicas como lo son la higiene personal, el vestido, la alimentación, o la continencia. Los pacientes pueden presentar desde el inicio o a lo largo de su desarrollo alteraciones conductuales. Estas alteraciones se pueden ver potenciadas cuando se confronta al paciente con sus dificultades o fallas.
Acompañar y estimular
Una característica de la enfermedad, a medida que avanza, es la perdida de reconocimiento de que están enfermos, o que tienen dificultades en su memoria, desarrollo de sus actividades habituales, orientación, etc. Ese es uno de los momentos más difíciles para quienes acompañan a la persona que padece Alzheimer. Es allí donde el paciente empieza a necesitar de más ayuda y cuidados y donde, en general, más se resiste a que se los brinden. Es muy importante que en esas etapas quienes den las indicaciones sean los médicos y demás profesionales de la salud que atienden al paciente. Es ideal que el paciente realice actividades de estimulación cognitiva en un medio en el que éstas sean compartidas con otras personas que estén en estadios similares de la enfermedad. Los centros de día especializados para pacientes enfermos de Alzheimer son ideales. Se beneficia al individuo que padece la enfermedad porque recibe el estímulo necesario, desde distintos abordajes (musicoterapia, arteterapia, talleres de memoria, actividades lúdicas para estimular lenguaje, atención, y otras funciones cognitivas), sociabiliza con pares y da una posibilidad de desahogo a los cuidadores permanentes. La institucionalización de un paciente con demencia no tiene un momento indicado o estipulado. Lo importante es evaluar cada caso en particular, evaluar bien la familia conviviente, el nivel de estimulación que puede tener el paciente en su casa o con dispositivos ambulatorios, el grado de sobrecarga de los cuidadores, los trastornos conductuales que pueda presentar el paciente y las posibilidades o no de manejo en su casa. Son muchos los factores que pueden hacer tomar esta decisión en algún momento de la evolución de la enfermedad. Lo importante es saber que en lugares especializados los pacientes suelen adaptarse muy bien y reciben el tratamiento integral que necesitan, incluso hasta pueden requerir menos cantidad de medicación para el manejo de la conducta lo que evita sedación innecesaria. Inevitablemente las demencias progresan y son irreversibles. Lo que se logra con el tratamiento adecuado es enlentecer la progresión de los síntomas en el mejor de los casos. Es muy importante, en todo momento, intentar entender cuáles son las necesidades, gustos y situaciones de placer para el individuo que padece demencia y poder ayudarlo a disfrutar de estos placeres. Acompañar este proceso tratando de preservar la dignidad y ayudando a que la persona transite su enfermedad de la mejor manera posible.
Sobre la autora:
Dra. Sonia Hanine
de Manantial Grupo Humano
www.manantialghumano.com.ar