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Salud intestinal: el primer paso

Es imposible pensar en disfrutar de la plenitud orgánica y resolver los problemas crónicos y degenerativos, sin antes restablecer la normalidad funcional de nuestros intestinos. Esta publicación, lejos de ser exhaustiva, pretende estimular la toma de consciencia sobre esta problemática que afecta, lo sepamos o no, a la mayoría de la población.
Los intestinos son nuestros órganos de relación primaria con el alimento. A través de estos conductos, los nutrientes que ingresan al estómago (bolo alimenticio), sufren el necesario proceso de degradación y asimilación, con el objetivo de trasladar la materia nutricional útil, al órgano encargado de su procesamiento: el hígado. Los desechos resultantes de todo el acto digestivo, se excretan por la misma vía intestinal, a través del recto.
El recorrido se inicia en el intestino delgado, conducto de entre 5 y 6 metros de longitud (la tonicidad vital reduce su longitud a un par de metros) y unos 3 centímetros de diámetro, que une el estómago con el colon. Precisamente el tránsito prosigue por el intestino grueso o colon, conducto de 1,5 metros de largo y hasta 8 centímetros de sección, que va desde el intestino delgado al recto. Si bien antiguamente se consideraba que el primero absorbía nutrientes y el segundo eliminaba desechos, veremos que en la práctica ambos cumplen las dos funciones y por ello, generalmente los consideraremos en conjunto.
En primera instancia, debemos tomar conciencia que no se trata de metros de conducto inerte. Los intestinos de un organismo vital están formados por estructuras complejas e inteligentes: la red de capilares (sanguíneos y linfáticos), la mucosa intestinal y la sensible flora microbiana que allí habita. Es importante conocer sus funciones y características principales, a fin de obrar de acuerdo a sus leyes y así cooperar con su tarea, restableciendo el orden natural.
Lamentablemente nuestro moderno estilo de vida no toma en cuenta este hecho y nuestro desconocimiento perjudica la actividad intestinal, sufriendo las consecuencias el organismo en su conjunto. No exageramos afirmando que la mayoría de los modernos problemas de salud, en el fondo se generan como consecuencia del desorden intestinal.
El Dr. Bernard Jensen, toda una autoridad en la materia, en su libro “Limpieza de los tejidos a través del intestino” expresa: “Estoy convencido que en la actualidad, la autointoxicación intestinal es la principal fuente de sufrimiento y decadencia que afecta a nuestra sociedad. La intoxicación se convierte en amo del cuerpo, robando claridad de pensamiento, discernimiento, buen juicio, vitalidad, salud, felicidad y afectos. En cambio aporta una secuela de desequilibrios, desarreglos, desilusiones, amarguras, decepciones, perversiones, malestares, caos, fracasos y enfermedades. Todo esto se debe a la ignorancia de la función intestinal, la producción alimentaria enfocada sólo al lucro, la orientación nutricional deficiente y los hábitos de vida equivocados”. Fue justamente el Dr. Jensen el creador del método de lavaje colónico, que ahora puede practicarse caseramente con tablas hogareñas.
Si bien abordamos aparte las cuestiones relacionadas con el tránsito, la flora y la mucosa intestinal, vale aclarar que debemos considerar al tema como un todo integrado e interdependiente. Justamente el problema conocido como candidiasis crónica, sirve para ejemplificar estas influencias cruzadas y su influencia se deja sentir sobre todas las esferas de la función intestinal.
 
EL TRANSITO INTESTINAL
El intestino delgado recibe el bolo alimenticio que inicialmente procesa el estómago; el mismo está compuesto por saliva, jugos gástricos y el alimento ingerido. Con el aporte de secreciones pancreáticas, biliares e intestinales, en el intestino delgado prosigue la tarea de reducir las estructuras nutricionales complejas del alimento, a partículas sencillas que puedan ser utilizadas por el organismo.
A grandes rasgos podemos decir que por acción enzimática y bacteriana (flora), los carbohidratos se descomponen en azúcares simples, las proteínas en aminoácidos y los lípidos en ácidos grasos.
Los nutrientes que no han alcanzado a ser procesados y absorbidos en el intestino delgado (el caso de la fibra celulósica), son tratados en el colon (principalmente por acción de bacterias cólicas) y allí se completa la tarea de asimilación. En el colon también se sintetizan vitaminas (la K y algunas del grupo B, como el ácido fólico y la B12), las cuales se absorben, junto a minerales, agua y un reciclado de secreciones digestivas. Todo el material no asimilado, se evacua por el recto en forma de materia fecal.
El tránsito del bolo alimenticio por el intestino delgado es estimulado por movimientos musculares rítmicos (contracción y distensión) de la pared intestinal. Esta motilidad, conocida como peristaltismo, se encarga normalmente de completar el tránsito digestivo, en algo menos de 20 horas. Este movimiento es una respuesta refleja a la excitación que genera el bolo alimenticio sobre las terminaciones nerviosas de la pared intestinal; de allí la importancia de la adecuada presencia consistencia y volumen, a fin de garantizar una correcta estimulación motora.
Si el tránsito intestinal resulta demasiado lento, estaremos en presencia de estreñimiento o constipación, cuyas consecuencias son obviamente intoxicantes, dado que la red de capilares absorbe desechos estancados. Pero si el tránsito es demasiado rápido, el organismo no alcanzará a extraer los nutrientes del bolo alimenticio y estaremos en presencia de un estado diarreico y de mala absorción. Es obvio que ninguna de las dos condiciones resulta saludable.
Desde el punto de vista del ensuciamiento corporal, es obvia la influencia negativa de un tránsito intestinal irregular. El alimento que no se procesa en tiempo y forma, generará obviamente fermentación y putrefacción, con la consecuente producción de desechos tóxicos. Esto incrementa la reabsorción de sustancias nocivas (los desechos citados y los que deberían ser evacuados rápidamente), fenómeno favorecido por la mayor permeabilidad intestinal. Además se forman costras en los pliegues intestinales (causa de divertículos), lo cual provoca inflamaciones, falta de tono intestinal, incorrecta absorción de nutrientes, proliferación de microorganismos nocivos, causantes de infecciones urinarias a repetición y la creación del caldo de cultivo para el desarrollo tumoral.
Otro efecto del tránsito intestinal lentificado, es el prolapso y sus derivaciones. Este término esta habitualmente asociado al prolapso uterino, patología femenina consistente en la caída del útero. Atribuida a los partos, al sedentarismo, al trabajo pesado o a la debilidad de los tejidos de sostén, generalmente la cuestión se aborda con intervenciones quirúrgicas (extirpación del útero). Sin embargo, pocos asocian este problema con el prolapso del colon transverso, segmento horizontal de intestino grueso que vincula el tramo ascendente o derecho con el descendente o izquierdo. Formado por un tejido muy suave, este tramo del colon es seriamente afectado por la fuerza de gravedad y la sobrecarga que provoca acumulación de desechos (moco colónico), debido al estreñimiento crónico.
Cuando el colon transverso cae, todos los órganos ubicados por debajo sufren los efectos de su presión. En las mujeres presiona la vejiga, el recto, el útero, los ovarios y las trompas de Falopio. En el hombre, además de comprimir vejiga y recto, presiona la glándula prostática y la uretra (que conduce la orina desde la vejiga), generando dificultades de micción y retención de orina. Es decir que el prolapso del colon puede generar problemas de vejiga, trastornos uterinos y de ovarios, inconvenientes de próstata, hemorroides…
 
Para más información:
Néstor Palmetti
Creador del Proceso Depurativo, de las tablas Evacuando y Director del Espacio Depurativo
www.nestorpalmetti.com
 

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