Interrogantes sobre mascotas
Hoy, después de ver a un paciente por primera vez aprendí que muchas veces no somos buenos guías con los dueños de nuestras mascotas.
Tratamos de imponer o aconsejar algo como si fuera la única verdad, no hay otro camino. Son verdades absolutas creadas por cada uno, que las acepta como tal. Todo empezó después de que me preguntaron: ¿Le debo cepillar los dientes al perro? No es la primera vez que me dicen algo así, pero esta vez quise expresar mi opinión.
La naturaleza la hemos cambiado al extremo de preguntarnos si está bien algo que sólo Disney me mostró: un perro cepillando sus dientes, tal vez en una película armada por YouTube. Pero nada más. El resto es cuento y bien lejos de la realidad, digo biológica del animal, en este caso canino y nuestra mascota.
La naturaleza es sabia y no la queremos ver ni escuchar como si fuéramos adolescentes. Y esto es mundial. La cambiamos a nuestro antojo sin medir consecuencias, propias y a futuro.
En la naturaleza están nuestros remedios y para nuestras mascotas también. El perro, como especie dentro del grupo carnívoro, sin extenderme en esto, es además carroñero. Es decir, come carne y también cadáveres podridos. No es vegetariano ni vegano, por más que se quiera cambiar esas características biológicas. Hoy es así.
Si está en condiciones de comer carne de un animal muerto podrido, tiene una barrera de defensas en la boca muy alta.
¿Cómo la mantiene sana, apta para su defensa?
Muerde huesos. Sí, muerde huesos naturales de otros animales. Y no les hace daño ni los envenena. Cuando yo era chico, nuestros perros y gatos comían carne, quijada, sobras. Los gatos, bofe. Los que tenemos una edad avanzada sabemos y oíamos pedir al carnicero “¿Me da bofe?” (Menudencias de la vaca). Hoy ni se encuentra en las carnicerías. ¿Era bueno o malo? Casi todos los gatos andaban en semi libertad. Salían, andaban por los tejados y muchos también morían envenenados, atacados por un perro “mata gatos”. Los que no morían en ese destino podían vivir 15 años o más. Y los perros vivían 10 o más dependiendo de su tamaño. Vivían menos.
Con las personas pasa igual, se vive más y teniendo en cuenta que nosotros no teníamos comida chatarra. Tal vez la comida chatarra y no lo que consideramos sano es lo que nos prolonga la vida.
Nos adecuamos, nos adaptamos a la contaminación, al aire viciado, a los alimentos transgénicos, al exceso de tóxicos, a herbicidas, a metales pesados en las aguas y comidas. Tal vez eso es lo que ocurre y sobrevivimos.
Nuestro perro, nunca se cepilló los dientes, nosotros lo hacemos y cada tanto debemos hacer una limpieza profunda bucal. Ellos no. Sus piezas dentales son para desgarrar, no triturar. Eso lleva a funciones distintas a higienes distintas.
Se quiere ir modificando la alimentación del perro para que sea un animal omnívoro. O sea, que coma de todo: granos, hidratos de carbono, verduras y poca carne. Y así se lo está alimentando.
Y entonces, ¿Para qué otra cosa puede usar un hueso? Recuerdo que hace años, en el jardín de mis padres, los perros que fuimos teniendo enterraban sus huesos y un día uno veía que hacia un pozo y sacaba ese hueso podrido para volver a morderlo o para jugar o descargar eso que llamamos ansiedad (que para mí es sólo aburrimiento).
El destino de nuestras mascotas confinadas como nosotros en palomares, hormigueros de hormigón que son las ciudades donde la mayoría vivimos.
Algunos de estos pobres presos de nuestro destino no salen ni a pasear por miedo, por falta de tiempo, por ser agresivos por bla, bla, bla….
Sobre el autor:
Dr. Carlos Angeleri
Veterinario Homeópata
angelericfmv@gmail.com