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Procastinación

El acto de postergarse en la vida
Todos podemos necesitar dar excusas en algún momento, pero cuando las excusas son una constante, expresan una forma de vida signada por la inseguridad y la baja autoestima.
Los procrastinadores son expertos fabricantes de excusas. Las utilizan no sólo para convencer a los demás, sino también a sí mismos, y esto es lo más grave, ya que a veces terminan por autoconvencerse de que lo que dicen es así. Sin lugar a dudas, las excusas forman parte de su filosofía de vida.
Las que utilizan los procrastinadores son muchas y muy variadas: esperar a tener el tiempo suficiente, que se den las condiciones ideales, tener ganas de hacerlo, decir que eligen según sus prioridades y una enorme lista que cada uno compondrá de acuerdo a su creatividad.
De ninguna manera estamos a favor de un comportamiento irreflexivo. Pensamos que es adecuado tomarse el tiempo necesario para pensar sobre la forma asertiva de hacer lo que hay que hacer. Pero cuando la reflexión se dilata en reiteradas y diversas situaciones, transgrediendo los plazos acordados o razonables, esa dilación perjudica tanto a la persona que la comete como a las que la soportan.
Esta actitud hace que los que forman parte de su entorno pierdan paulatinamente la confianza en ellos. Esta pérdida de confianza de los otros socava la autoestima de la persona procrastinadora, que termina autoconvenciéndose de su falta de capacidad para la acción.
Se pone en funcionamiento, entonces, un mecanismo autodestructivo. Al justificar constantemente sus dilaciones o supresiones, el procrastinador se impone límites. Como es lógico pensar, esos límites generan obstáculos que producen el rechazo de los otros. Ese rechazo le va socavando la autoestima. El deterioro de la autoestima opera como una barrera de contención que impide tener un comportamiento asertivo. De esta manera se genera un circuito que provoca una inhibición para actuar. Así es como comienza un proceso que se retroalimenta.
Las excusas son, quizás, el obstáculo más importante para la superación de la procrastinación. En ocasiones estas son de naturaleza tan forzada que el mismo procrastinador se da cuenta de que subestima la inteligencia de los otros tanto como la propia.
Como ya vimos, si un procrastinador se lo propone, puede llegar a convencer a los otros que la postergación está justificada, ya que es experto en excusas.
En algunas oportunidades, frente a la imposibilidad de cumplir con las expectativas propias y ajenas, los procrastinadores recurren a la mentira. La mentira actuaría en estos casos como una excusa dirigida al entorno afectivo, pero que no provoca el mismo efecto en quien la sostiene, es decir, no permite el autoengaño. Es entonces cuando a los procrastinadores se les imponen sentimientos de culpa que se incrementan a medida que la mentira es mantenida en el tiempo y que, consciente o inconscientemente provocan en él mismo, o en los otros, irremediables consecuencias.
Puede haber muchas y variadas excusas, muchas y variadas justificaciones. Si bien algunas de ellas pueden ser válidas, esto no altera el hecho de tener que aceptar la responsabilidad que corresponde. Cada uno deberá hacerse cargo de lo que pospuso indefinidamente o tomó la decisión de no hacer. Lo mismo ocurre también con las cosas que pergeñó para disimular la situación.
Características del procrastinador
Todas las personas procrastinamos en alguna ocasión eventual, pero el tipo de conducta del que estamos hablando ahora va mucho más allá de lo circunstancial. Hablamos de la procrastinación como concepto constante, es decir, una forma de vida.
Si bien existen variados tipos de procrastinadores, y es posible observar en ellos diferentes conductas, hay algunas características que son comunes a la mayoría de las personas que procrastinan:
Pretenden alcanzar siempre la perfección. Para ellos solo existe una forma de hacer las cosas: perfectas. No tienen incorporada la representación del hombre como ser falible. Por esa razón creen que, para ser considerado acertadamente, deben hacer todo bien o no alcanzarían esa condición. Por temor a ser “descubiertos en un error” dejan de hacer, para evitar de esta forma el supuesto juicio negativo de los otros. Como se basan en modelos ideales e inexistentes o utópicos, la forma en la que creen que podrían alcanzar sus objetivos es poco o nada viable.
En tal sentido, el modelo de perfección es una aspiración no solo para lograr el objetivo que se propone, sino también en cuanto a la forma de llevarlo a cabo. En nuestro trabajo de campo encontramos el caso de una persona que es un ejemplo casi emblemático de lo que describimos. Esa persona aspiraba a alcanzar un acuerdo mundial en relación con el cuidado del medio ambiente, pero pretendía lograrlo sin aceptar la cooperación de otras personas o sumarse a las organizaciones que trabajan en el tema. Pensaba que con su solo esfuerzo podría lograrlo. El resultado fue abandonar el proyecto al poco tiempo.
Creen que deberían alcanzar sus objetivos con facilidad sin tener inconveniente alguno.
Cuando un procrastinador decide ponerse en marcha respecto a alcanzar algún objetivo, supone que a su determinación no debería presentársele ningún obstáculo. Quizás, el haber tomado la decisión de accionar haya sido para él el mayor obstáculo a superar. Es por esa razón que supone que ya no debería tener que enfrentar inconveniente alguno.
Los procrastinadores son personas que se refugian con mucha frecuencia en un mundo ilusorio, utópico. Suponen que pueden alcanzar grandes emprendimientos, que no se les presentará dificultad alguna, y por sobre todo, que a las otras personas no se les presenta ningún inconveniente ni deben realizar esfuerzo alguno. Muchos de ellos recurren al sentido del humor para “desarmar” el enojo de las personas de su entorno que se han sentido damnificadas por sus reiteradas faltas de puntualidad. Otros procrastinadores, los menos cordiales, no recurren al sentido del humor, sino que son prisioneros de una gran irritabilidad. Ante la crítica reaccionan alterándose, contestando mal o impacientándose frente a cualquier comentario alusivo a una falla o error. Por su baja autoestima, carecen de la seguridad necesaria para asumir obligaciones y afrontar tareas o situaciones que requieran de anuencia en los resultados. Suelen invocar inconvenientes que dificulten su participación y delegan los compromisos en otras personas. Realmente, muchas veces son víctimas. ¿De qué? De las burlas, los cuestionamientos, los abandonos y de ellos mismos. SÍ, porque al no comprender por qué hacen, o mejor dicho por qué no hacen las cosas con el mismo criterio, la misma velocidad o el mismo interés que las demás personas, suelen considerarse desiguales en un sentido peyorativo. En algunos casos han adoptado una conducta de victimización para recibir mayor deferencia de parte de las otras personas. Creemos que esta conducta no es la más adecuada, ya que al procurar un beneficio secundario, tiende a perpetuar la procrastinación. Algunos ya han persuadido a su entorno de que son incapaces de cumplir con sus obligaciones. A muchos de ellos les han ganado por cansancio. En el caso de que el procrastinador perciba el agotamiento de la paciencia de familiares y amigos, posiblemente se contacte con nuevos círculos de amistades que, al no conocerlo, toleren sus incumplimientos.
Sobre la autora:
Gloria Husmann
Licenciada en Psicología, ex docente universitaria, terapeuta individual y familiar, con formación sistémica en MRI de Palo Alto (California)
Coautora (junto con Graciela Chiale) del best-seller La trampa de los manipuladores
La conspiración de los maltratadores y Procrastinación. Todos editados por Del Nuevo Extremo.

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