Es importante evaluar si una paciente recurre al profesional porque tiene una distorsión en la imagen que le devuelve el espejo. En estos casos, el médico deberá descartar el cambio estético y encausar a la paciente hacia un tratamiento psicológico que aborde esta problemática de origen que, si no se afronta, le generará conflictos permanentes y graves con su imagen corporal.
Cada vez son más las adolescentes que concurren al consultorio médico para hacerse retoques en distintas zonas de su cuerpo. Una gran variedad de tratamientos las tienta a probar porque quieren parecerse a las jóvenes que ven en la televisión. Es por eso acuden a los especialistas con pedidos específicos, como el de tener bocas más carnosas y sensuales, colas de cejas más definidas y levantadas, pómulos destacados, etc.
El furor del Botox y ácido hialurónico en adolescentes comenzó hace algunos años cuando el viaje al exterior o la fiesta de quince fueron reemplazados por el pedido de prótesis mamarias, con el objetivo de aumentar el busto a temprana edad. Respecto de esto, cabe aclarar que los retoques de este estilo requieren de rellenos tales como el Botox o el ácido hialurónico. Si bien se utilizan técnicas mínimamente invasivas y los cambios no son permanentes (porque los rellenos se reabsorben y hay que repetir sesiones de mantenimiento), un buen profesional no debería recomendarle estos cambios a una adolescente. Entre los motivos para descartar estas aplicaciones, podemos mencionar que el cuerpo y el rostro de una adolescente están en permanente cambio. Con lo cual, el retoque será temporal, probablemente vuelva a estar disconforme con su imagen y haga nuevas citas para obtener más cambios. Esto genera un círculo de “adicción”, en el que siempre les hace falta incorporar el último producto, el tratamiento más avanzado, retocar un poco más, levantar o rellenar otra zona. Con el tiempo, estas son las pacientes que generan dependencia de los tratamientos estéticos y no pueden estar sin hacerse “algo”.
Cerca de los treinta años, mujeres fundamentalmente desnaturalizadas en sus expresiones y –en muchos casos– arrepentidas de haber comenzado estos procedimientos a tan corta edad. Por eso, es responsabilidad del profesional no alentar estos cambios prematuros en adolescentes y jóvenes, porque iniciarán un círculo estético vicioso que luego es muy difícil de frenar.
Muchas pacientes acuden al consultorio en busca de soluciones mágicas y rápidas, porque tienen un viaje, un evento cercano o porque se van de vacaciones y necesitan verse bien en pocas sesiones y no cuentan con el tiempo suficiente para un buen tratamiento. Sin embargo, hay procedimientos que requieren de períodos prolongados para que los resultados se puedan apreciar y los cambios sean duraderos.
Si la paciente tiene que interrumpir el tratamiento y no puede acudir a las sesiones pautadas para su cambio estético, el profesional debe ser quien desestime el procedimiento o lo posponga hasta que la consultante le pueda dedicar el tiempo necesario. El asesoramiento profesional es parte de los beneficios que la paciente tiene al consultar a un médico experto, con experiencia y profesionalismo.
¿Cómo decir “no” y que la paciente entienda por qué? Es cierto que algunas pacientes que no aceptan la opinión del médico ante una negativa en el tratamiento, irán en busca de quien acceda a tratarlas. En estos casos, lo mejor es exponer todas las razones por las cuales no debería realizarse ese procedimiento (en ese momento o de manera definitiva) y recomendarle que efectivamente consulte a otros profesionales con su inquietud para que le den nuevas opiniones al respecto. Si los médicos a los que visita le dan un diagnóstico coincidente, seguramente la paciente comprenda que no se trata de la negativa arbitraria, sino que todos los profesionales están cuidando su estética y su salud y que no abordan un tratamiento para evitarle desde perjuicios estéticos hasta pérdidas de tiempo y dinero.
El profesional deberá hacer una entrevista exhaustiva con el paciente, con el propósito de recavar información médica con respecto a su estado de salud actual.
Sobre la autora
Dra. Leyla Abboud
Médica clínica especialista en Estética (MN 100051)
www.leylaabboud.com.ar