La energía magnética es la energía de la vida, conocida como el “chi” o “prana” en Oriente. Es la fuerza que impulsa la existencia de las galaxias y se encuentra en toda la Naturaleza, incluyendo a todas sus formas y expresiones. Esta fuerza estimula el crecimiento y la división celular en todas sus etapas.
A nivel orgánico, se manifiesta como una carga eléctrica que pone en marcha el “motor” dando “arranque” a todas sus acciones. Esta carga disminuye a medida que se cumple con las funciones metabólicas diarias y el organismo necesita recargar las células que han sufrido el desgaste. El cuerpo mantiene su vitalidad enviando pulsos de energía electromagnética desde el cerebro, a través del sistema nervioso periférico. El cuerpo de los seres vivos está compuesto por oxígeno, carbono, nitrógeno, hidrógeno, fosfatos y otros elementos químicos, entre los que se cuentan minerales magnetizables. Las vibraciones que generan al unirse para formar los tejidos vivos tienen una frecuencia específica, que se repite continuamente y cuya modificación conduce al estado de desorden, denominado enfermedad.
El cerebro y el sistema nervioso, el corazón y el sistema circulatorio emiten ondas electromagnéticas que impulsan al resto de los sistemas que componen un organismo. Tienen distintas intensidades y fuerzas variables. Los potenciales eléctricos varían cuando un individuo pasa del estado de salud al estado de enfermedad. Las neuronas responden a los estímulos eléctricos, independientemente de cómo se hayan producido.
Las enfermedades comienzan cuando se produce un desequilibrio de las cargas eléctricas en el organismo. La acción de los imanes estimula la molécula de oxígeno y restablece las reacciones químicas que producen la electricidad en las membranas celulares. Cuando se aplican las líneas de fuerza generadas por imanes, se actúa sobre los átomos del cuerpo y se estimulan los procesos químicos naturales que inician el proceso curativo.
La fuerza generada por los imanes de mediana y alta densidad tiene efectos sobre el cerebro, aumentando la energía que necesita para cumplir con sus funciones de comunicación de los impulsos y reparar el desgaste de las células de todo el organismo.
Las líneas de fuerza generadas por imanes de aleación metálica atraviesan las estructuras orgánicas, con efecto inmediato sobre los vasos sanguíneos, los nervios y todos los tejidos en general. Su acción atraviesa el cuerpo a varios centímetros de profundidad, influye sobre la irrigación sanguínea, nutre los tejidos, equilibra el metabolismo y elimina los desechos.
La aplicación de mini imanes, que permanecen adheridos al cuerpo en puntos de pasaje de los nervios genera impulsos en la corriente eléctrica biológica. Mantener las estructuras neuronales en buenas condiciones requiere un suministro adecuado de oxígeno y nutrientes para obtener la energía necesaria y cumplir con sus funciones específicas: sintetizar enzimas, péptidos y neurotransmisores, que luego segregarán cuando surja la demanda correspondiente.
Se aplican medios físicos para corregir el orden de las partículas que componen la sangre y otros líquidos orgánicos. Sus efectos sobre las membranas alcanzan mucho más que a la enfermedad que cursa el paciente en el momento, se verifican también en la reorganización del funcionamiento del eje ADN-ARN.
Destacamos que la aplicación de imanes terapéuticos para el tratamiento del dolor localizado también influye con beneficio a la totalidad de los tejidos.
Se trata de un proceso a nivel celular, los cambios son graduales. Lo más importante en este proceso es el beneficio que se verifica en la totalidad del ser, se trata de una terapia sistémica, dirigida al orden biológico.
Sobre la autora
Graciela Pérez Martínez
Investigadora en Campo Magnético y Magnetoterapia
Fundadora del Sistema AzulCamet® de Biomagnetismo Integral
azulcamet@azulcamet.com.ar
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