Para comenzar el proceso de sanar las pérdidas de energía, simplemente fíjate en quién o en qué estás pensando, quién o qué te preocupa u obsesiona. Un buen momento para hacerlo es cada noche al acostarnos.
¿Qué pensamientos, emociones, acontecimientos o personas te vienen continuamente a la cabeza? ¿Hay alguna emoción o pensamiento que te obsesiona? Obsérvate para ver si sientes resentimiento contra alguien. Cuando encuentres esas zonas, debes llamar a tu espíritu para que vuelva.
La mayoría de las obstrucciones de los sistemas de energía son de naturaleza emocional. Es útil imaginarse el sistema energético como si fuera un río. Mientras esta corriente de energía sea sana y te sientas a gusto contigo misma, hay mucho menos riesgo de enfermedad. Las toxinas medio ambientales, la grasa de las comidas y el exceso de azúcar y de alcohol, por ejemplo, normalmente no se manifiestan como enfermedad a no ser que otros factores ya hayan establecido primero el patrón de bloqueo en el sistema energético del cuerpo.
Los factores de riesgo ambiental o alimentario se pueden comparar a «escombros» llevados por la corriente de energía corporal. Estos escombros continúan flotando en la corriente a no ser que se encuentren con un árbol caído u otro obstáculo en el agua que fluye por el río. Cuando así sucede, los escombros se acumulan en las ramas del árbol caído. Con el tiempo, acumulaciones similares en la corriente de energía que circula por el cuerpo pueden ser causa de enfermedad física. De hecho, hay estudios científicos que han asociado un fallo en el flujo de información entre las células con la inducción de cáncer en esas células. Una barrera física de cualquier tipo que obstruya la comunicación entre las células es una influencia cancerígena.
Nuestras emociones suelen quedarse estancadas en la infancia, en la época en que no se nos permitió experimentarlas plenamente. En esta cultura, que nos enseña a separar nuestro conocimiento intelectual adulto de nuestra realidad y nuestras necesidades en el plano emocional, una persona puede tener un doctorado en filosofía por la Universidad de Harvard pero un cuerpo emocional de un niño.
Las emociones no expresadas ni reconocidas se quedan estancadas energéticamente. Por su parte, las emociones que se expresan y se sienten, simplemente fluyen por el sistema energético sin dejar asuntos «inconclusos» residuales.
No tenemos por qué esperar a contraer enfermedades para recibir el mensaje de que necesitamos cambiar nuestro sistema de energía y comenzar a crearnos una buena salud. Nadie está del todo libre del miedo, la ira y el estrés que van y vienen como parte de la vida normal. Cuando estas emociones se hacen lo suficientemente intensas para afectar a nuestro bienestar psíquico y emocional de modo regular, vamos en dirección a la enfermedad física a no ser que las resolvamos de una manera sana. Cuando el sufrimiento, la rabia y la frustración cotidianos no resueltos roban a nuestro cuerpo la energía productora de salud, es esencial llevar sanación y comprensión a nuestros pensamientos, emociones y actos.
Hay aquí un punto importantísimo: es completamente posible que una mujer viva toda su vida libre de enfermedades físicas aunque haya sido violada, maltratada o desatendida cuando era niña. Los problemas de la primera infancia no causan necesariamente perturbaciones de la energía ni enfermedad física. Estas cosas suelen ocurrir después de que la mujer comienza a desarrollarse como individuo y forma su identidad y sus opiniones, «distintas» de las de su familia y su pasado. En ese momento es posible que comprenda que lo que le ocurrió cuando era niña no era aceptable. Sin embargo, eso lo comprende desde el punto de vista de una persona madura, no de la niña que era entonces.
Las heridas del pasado de una mujer sólo se hacen potencialmente devastadoras para ella, física o emocionalmente, cuando tiene la idea de que lo que le ocurrió en el pasado estuvo mal, que no debió haber ocurrido, y que los miembros de su familia abusaron de ella deliberada y conscientemente. Entonces introduce en su patrón emocional y psíquico un modelo conflictivo de cómo debió haber sido su vida. Esto dispone el escenario para los efectos tóxicos de la acusación y la culpa. Aunque una mujer haya sido aterrorizada y maltratada cuando era niña, ese primer abuso no va a afectarla a ella ni a su cuerpo sano a no ser que comience a creer que tenía derecho a una vida diferente. En ese momento empieza a revivir y revaluar sus primeras experiencias desde el punto de vista de una persona que examina el escenario de un crimen. Entonces podría muy bien producirse la interrupción del flujo de energía y la subsiguiente enfermedad si ella es incapaz de resolver su dolor emocional y psíquico con perdón y comprensión hacia sí misma y los demás. La química del conflicto, o indignación justiciera, requiere dos energías importantes: la primera se produce cuando la mujer comienza a recordar que efectivamente fue violada de alguna manera. La segunda se produce cuando interpreta esos acontecimientos desde la perspectiva de que su familia eligió hacerle eso a ella de un modo deliberado y consciente. Esta actitud mental, no el abuso, es lo que crea la enfermedad.
Quedarse atascada en esa energía durante mucho tiempo es autodestructivo. Cuanto más tiempo permanecemos en esa modalidad, buscando a un agresor a quien culpar, más se nos agota la energía del cuerpo.
Ciertamente nuestros primeros años de vida familiar tienen una profunda influencia en nuestro carácter y nuestra salud.
Investigación de Vera Alaniz para TodoSalud
Extracto del libro
Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer.
Dra. Christiane Northrup
Ediciones Urano