En tanto el término se puso de moda, la identificación del fenómeno como tal sigue siendo desprolija para la gran mayoría de actores.
Se confunden expresiones, se mezclan hechos y se incluye como tal a cuestiones violentas que no lo representan. Para poder enfrentar el problema, prevenirlo o corregir conductas de la familia, de la escuela, de la comunidad o de los propios involucrados es imprescindible determinar con claridad qué sí es bullying y qué no. La aparición de diferentes sucesos de violencia, en muchos casos creciente en cuanto la gravedad y en cuanto a la frecuencia, ha erróneamente colocado el título de bullying a situaciones que no siempre lo son. Dejar de lado el término que se pone de moda es una manera de despejar la paja del trigo y encontrar herramientas válidas para cada escenario.
Bullying no es:
– Una conducta organizada o espontánea que se produce de manera excepcional.
– Un acto de vandalismo tanto en el ámbito escolar como en el social.
– Una pelea entre pares.
– Un conflicto entre partes con intereses contrapuestos.
– Conductas alborotadoras del entorno escolar.
– Agresiones físicas, verbales o emocionales hacia un par, docente o ajeno que se produzca de manera eventual, aunque sea extremadamente grave (como la intrusión con armas).
– No participar a un compañero a una actividad social: invitarlo a casa, proponer salidas con él, etc.
– Discusiones por fútbol, o por el favoritismo de una chica o chico.
– No querer ser amigo de alguien.
– Sentir que un par no resulta simpático o coincidente con el pensar de uno.
– Relacionarse con pocos pares de un grupo de mayor tamaño.
– No tener ganas de asistir a un cumpleaños o a una actividad conjunta
– Una revancha a partir de un suceso previo.
– Una discusión entre dos niños/jóvenes que se molestan mutuamente.
– Un pequeño/joven violento.
– Eliminar como contacto o «amigo» en redes sociales, o no aceptar la «amistad».
Aunque resulte de temer, los actos criminales o de violencia extrema no se inscriben necesariamente bajo el cuadro de bullying. Este fenómeno puede aparecer sutilmente y no expresarse con agresividad extrema, aunque carcome los vínculos como si fuera un hecho de alta gravedad aún cuando no la tenga en la superficie. Por ello es que reconocer efectivamente la intención sistemática de generar un daño de cualquier tipo a un tercero al que se pretende someter con cierto grado de poder, recurriendo a un espacio de cierta audiencia que valida el vínculo sea expresamente o manteniendo el silencio es una cuestión ineludible para actuar correctamente y vencer el fenómeno.
Sobre la autora:
Flavia Tomaello
De su libro:
«Bullying, criar con confianza en una sociedad violenta»
Editorial Albatros
flavia@flaviatomaello.com