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¿Que cosas afectan al transito intestinal?

Salud intestinal
Ya veremos que muchos factores afectan la normalidad del tránsito intestinal al perturbar el equilibrio de la flora: el tipo de alimento consumido, el exceso proteico, la carencia de fibra, los azúcares refinados, los aditivos conservantes, los antibióticos alimentarios, los parásitos intestinales, los fluidos digestivos, los fármacos cotidianos…
Todo esto bastaría para justificar por sí mismo, el estancamiento y la anormalidad que se genera. Sin embargo hay más factores que influyen. Si bien hay cuestiones fisiológicas (como la anormal postura de evacuación, ver figura), es importante destacar la fuerte influencia alimentaria: especialmente la carencia de fibra y la abundancia de sustancias mucógenas y opiáceas.
Precisamente el hecho que dos grandes protagonistas de la dieta moderna, como los lácteos y el trigo, reúnan ambos problemas, sirve para advertir su elevada y masiva influencia en la perjudicial irregularidad de nuestro ritmo evacuatorio.
SINTOMAS DE MALFUNCION INTESTINAL
Por todo lo antes visto y por simple sentido común ¿es posible pensar en resolver un problema crónico de salud sin ocuparse antes de resolver el desorden intestinal? La respuesta es obvia: no.
Para auto diagnosticar el desorden, resulta útil comenzar por conocer las condiciones del orden. Cuando los intestinos funcionan correctamente, las evacuaciones deben ser normales y generadas sin necesidad de otro auxilio externo que una alimentación equilibrada.
Dado que existe mucha confusión al respecto, conviene detenerse en la definición de normalidad, pues representa una de las herramientas sencillas y periódicas para controlar nuestro estado interno, sin necesidad de estudios sofisticados.
En primer lugar analicemos el tema de la frecuencia. Fisiológicamente, y respondiendo al reflejo gastrocólico (movimiento peristáltico masivo del colon, provocado por la entrada de alimentos en el estómago), que funciona naturalmente en los niños, deberíamos evacuar tantas veces al día, como comidas importantes hayamos realizado.
Pero también debemos tener en cuenta la velocidad del tránsito intestinal. Mucha gente se califica de regular por el sólo hecho de evacuar diariamente, pero la supuesta regularidad puede encubrir retrasos de varios días, lo cual también significa constipación.
Hay muchos factores que condicionan la duración del tránsito intestinal: contenido de fibra en el alimento, tipo de alimento ingerido, estado del sistema nervioso, actividad física de la persona, etc. El Dr. Harvey Kellogg, autoridad mundial en la materia, sostenía que en condiciones ideales, el tránsito intestinal puede llevar entre 15 y 18 horas. Su colega, el Dr. Bernard Jensen, autor del libro “Limpieza de los tejidos a través del intestino”, considera las 18 horas como el plazo normal entre ingesta y evacuación.
Teniendo en cuenta que el moderno estilo de vida no es todo lo ideal que nuestra fisiología requiere, podemos convenir que los desechos deberían ser evacuados no más allá de 20 horas después de haberse ingerido el alimento. O sea que, en condiciones normales debemos evacuar dentro de las 20 horas de cada ingesta importante que realizamos. Esto significa que los desechos de un almuerzo deben eliminarse en la mañana siguiente.
Por cierto que el tipo de alimentación -y por tanto el tipo de flora resultante- condicionarán este período. Los vegetarianos, con flora prevalentemente fermentativa y mayor consumo de fibra, tendrán tendencia a un lapso más corto; en tanto una dieta carnívora, con predominio de flora putrefactiva y escasa fibra, provocará tiempos más largos. La preeminencia de alimentos refinados en la dieta, también será causa de ralentización del tránsito intestinal.
Podemos comprobar la velocidad de nuestro tránsito intestinal con una técnica muy sencilla: en la comida más importante del día (normalmente el almuerzo) debemos incluir una buena porción de algún nutriente de color (remolachas o espinacas), controlando luego el tiempo transcurrido hasta la aparición de heces teñidas de rojo o verde. Única precaución para no falsear el diagnóstico: no haber ingerido en los días previos, el alimento elegido como testigo. Si bien estas verduras pueden resultar ligeramente laxantes, son de todos modos indicadores eficaces para esta autoevaluación del tránsito intestinal.
Otra cuestión que brinda mucha información sobre nuestro estado intestinal, es el aspecto de la evacuación. Las heces normales se deben eliminar sin dificultad y deben tener: consistencia firme, sección uniforme, reducida y de estructura continua (forma de banana), color pardo, capacidad de flotar, ausencia de olor y no debe ensuciar la loza del inodoro ni el ano. El abundante uso de papel higiénico y desodorantes, es un claro síntoma de los problemas intestinales de la sociedad moderna.
Muchas indicaciones pueden extraerse de su aspecto anormal. El color amarillento o verdoso indica problemas biliares; el color oscuro, alto consumo de proteína animal y estreñimiento; la falta de forma, mucho consumo de lácteos y azúcares; heces contraídas, mucha sal, poco agua y falta de fibra; si se hunden, falta de fibra y/o mala masticación; sección abultada, excesiva dilatación del colon; color amarillento y consistencia pegajosa, dificultades en el páncreas y por ende en los niveles de glucosa en sangre.
Los gases intestinales también representan una señal sobre el funcionamiento intestinal. Si bien luego volveremos sobre el tema, podemos afirmar que en estado de equilibrio, las flatulencias deberían existir sólo ocasionalmente. La frecuente presencia de ventosidades, o peor aún, la habitual manifestación de este síntoma, indica excesiva fermentación o putrefacción de los alimentos en los intestinos, por tránsito demasiado lento y/o flora desequilibrada.
Otro indicador inequívoco de problemas intestinales es el vientre prominente (panza). La lentificación del tránsito y la acumulación de escorias en las paredes del colon, provoca dilatación de su sección transversal y consiguiente presión sobre la pared abdominal y los órganos inferiores (prolapso).
El Dr. Jensen reporta de su práctica quirúrgica, un intestino grueso de 27 cm de diámetro. En otro caso cita un colon congestionado, extraído de una autopsia con un peso total de 18 kg!!! Resulta increíble que vayamos por la vida con toda esa vieja inmundicia acumulada en nuestras entrañas…
El fenómeno de la distensión abdominal se ve agravado por carencias orgánicas (sobre todo de silicio, mineral responsable de la contracción del tubo intestinal) y también por falta de tono en la musculatura abdominal.
LA TECNICA DEL LAVAJE
Frente a una frecuente acumulación anormal de desechos en los intestinos, y a los problemas que esto genera, resultará imperioso practicar un drenaje. Si bien es necesario modificar contemporáneamente las causas que generaron dicha acumulación (carencia de fibra, desequilibrio de flora, excesos proteicos…), es prioritario deshacerse urgentemente de las viejas costras acumuladas. Por ello consideramos a la limpieza intestinal como punta de lanza del Primer Andarivel del Proceso Depurativo.
En casos de estreñimiento leve u ocasional, puede bastar con incorporar fibras solubles o hierbas para normalizar el tránsito, pero difícilmente esta estrategia logre remover vieja materia adherida a las paredes intestinales. Como referencia, decíamos que el Dr. Bernard Jensen cita casos de autopsias que mostraban un diámetro de colon de más de 20cm y apenas una diminuta sección libre del diámetro de un lápiz!!! Un simple cálculo matemático nos indica que un estreñimiento de tres días, mucho más frecuente de lo que se cree, nos hace convivir con desechos de 15 comidas distintas. En otra autopsia, el Dr. Jensen llegó a reportar 18kg de moco colónico en un solo individuo.
No hay dudas que efectuar una limpieza intestinal es algo netamente benéfico. Siempre se constatan experiencias sorprendentes, como la eliminación de algún producto ingerido inadvertidamente tiempo atrás, además de parásitos, barro biliar y moco colónico. Todo ello es fácil de visualizar con la técnica del lavaje colónico.
La limpieza intestinal se traduce en una agradable sensación de quietud interior, que en los días siguientes se traducirá en un mejor sueño, mejor aliento, la desaparición de erupciones, granos y olores corporales. También deben señalarse sus efectos tónicos, como la estimulación del hígado y otras glándulas abdominales, especialmente el páncreas. Finalmente digamos que la limpieza del intestino comporta una mejor absorción y asimilación de los alimentos.
Debido a los efectos de esta verdadera “arma de destrucción masiva” que es el alimento moderno, no es de extrañar el amplio consumo de fármacos laxantes, cuyos principios activos resultan irritantes y tóxicos. A nivel natural, es siempre preferible el uso de lavajes, enemas, sales e hierbas. Son recursos útiles y confiables, pero que deben ser elegidos y utilizados con cierto conocimiento. De todos modos, nunca deberíamos ser dependientes de estos métodos para regularizar la función intestinal. Las técnicas de limpieza deben ser siempre utilizadas para drenar la acumulación tóxica y restablecer el orden fisiológico; la regularidad debe surgir luego, como natural consecuencia.
EL LAVAJE COLÓNICO
Este efectivo y saludable procedimiento consiste en hacer circular agua a temperatura corporal (37°C) por simple gravedad y en flujo continuo. Se requiere una particular camilla que permite adoptar una posición relajada. El paciente no retiene el agua que ingresa, sino que fisiológicamente va eliminando líquido y desechos mientras continúa ingresando agua limpia en flujo continuo. El agua ingresa por una diminuta cánula y se elimina por la diferencia de diámetro entre la cánula y el ano. La sesión normal de lavaje colónico se resuelve en el arco de una hora.
Si lo hacemos con la asistencia de un terapeuta, el paciente cómodamente acondicionado en la camilla va visualizando los desechos que elimina a través de un hermético conducto transparente, cuya imagen se proyecta en un monitor a disposición del paciente. Dicha visión ayuda a tomar consciencia respecto a todo el material tóxico que acumulamos en los intestinos y lo que ello provoca. Si lo hacemos en casa con una tabla Evacuando (ver www.procesodepurativo.com.ar/evacuando), los desechos irán directamente al inodoro.
Si se hace por primera vez, el lavaje colónico suele requerir tres sesiones, una cada día, en jornadas consecutivas. Este ritmo puede eventualmente concentrarse en el arco de 48 horas, a fin de facilitar la práctica cuando la persona no puede atender la rutina normal de tres días. Lo que no resulta conveniente es distanciar las sesiones, dejando pasar varios días entre ellas.
Previo a un lavaje colónico, la persona debe realizar una preparación consistente en algunos días a solo frutas crudas y licuadas. Esto se hace para desinflamar y descongestionar los intestinos y ablandar la materia estancada en la luz intestinal. Las sesiones encadenadas favorecen este proceso y permiten una rápida y espontanea regeneración de la flora. Al distanciar las sesiones, generamos el efecto opuesto: más congestión, más inflamación, más endurecimiento de los residuos tóxicos y más dificultades en la regeneración de la flora.
El lavaje colónico permite resolver una serie de patologías derivadas de esta toxemia y el desorden exacerbado por su cronicidad y magnitud, tales como contracturas, congestión hepática, parasitosis, hemorroides, prostatitis, hipertensión, edemas linfáticos, desorden circulatorio, diverticulosis, tiroidismo, proliferación tumoral, dificultades reproductivas, desorden menopáusico, carencias nutricionales, acidosis orgánica, estados depresivos, cuadros nerviosos, crisis fóbicas y psiquiátricas, diabetes, debilidad inmunológica, problemas posturales, dermatosis varias, lesiones renales, dificultades visuales, psoriasis, gastritis y reflujos…
Hay gente que se opone a los lavajes intestinales, argumentando que “barren la flora intestinal”. Una persona con crónicas acumulaciones tóxicas en el intestino, ya no tiene flora, sino “fauna” intestinal. Eliminando parásitos, fermentos, microbios y toxinas, solo se puede obtener beneficio y se evitará el uso de laxantes agresivos, que comprobadamente destruyen la flora benéfica e irritan las paredes intestinales. Además, el organismo regenera muy rápido (un par de días) la flora benéfica (fermentativa y aerobia), siempre que nuestros hábitos dietarios (crudos, fibra soluble, bacterias) ayuden.
El lavaje colónico es el único método que permite limpiar en profundidad todo el colon, hecho que compensa la necesidad de recurrir a un terapeuta especializado y su costo. Los tradicionales enemas simples solo limpian un tramo del colon (el descendente). Además, el lavaje colónico no es un procedimiento incómodo, más allá del eventual traslado hasta el terapeuta más próximo. Y ahora disponemos de la facilidad de poder hacerlo caseramente con el set Evacuando.
Sobre el autor:
Néstor Palmetti
Creador del Proceso Depurativo, de las tablas Evacuando y Director del Espacio Depurativo
www.nestorpalmetti.com

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