¿Vieron que muchas personas dicen, por ejemplo, “yo los considero mis perrijos” o “son mis hijos” o “son mis gatijos”? Resulta que los animales no siempre se sienten nuestros hijos.
He descubierto, haciendo un resumen, cuatro maneras en las que los animales se sienten con respecto a sus humanos de referencia.
- La primera, efectivamente, es que se sienten hijos de la persona con la que viven. Tienen una relación relativamente asimétrica en la cual el humano funciona como padre o madre, y el animal funciona en un rol filial, con todo lo que eso implica.
- La segunda manera es que el animal, ya sea perro o gato, se siente nuestro compañero o compañera. En este caso, la relación es más simétrica; es una posibilidad de compartir situaciones, de disfrutar juntos y de aprender en el mismo nivel o en el mismo grado jerárquico.
- En tercer lugar, hay animales que viven con nosotros y se sienten nuestros guías. Sienten que tienen la tarea de ayudarnos a aprender un montón de cosas desde el punto de vista espiritual, y entonces su misión en nuestra vida es: ser un guía, una especie de maestro encarnado. Más allá de que yo considero que siempre podemos aprender de los animales con los que vivimos, y ellos también de nosotros, en estos casos es como si el animal tuviera una percepción más sutil de una relación en la que no es hijo ni compañero, sino que existe una relación fundamentalmente espiritual.
- En cuarto lugar, he conocido algunos animales que se sienten ángeles. Se sienten como seres de una energía extremadamente sutil, muy luminosa y amorosa, que en algunos casos funcionan como lo que llamamos ángeles de intervención. Los ángeles de intervención son entidades que ponen al servicio su experiencia para ayudar a los seres humanos a transitar situaciones difíciles o desafiantes, ya sea para ellos o para nosotros.
En muchos casos, “ponen el cuerpo” cuando hay enfermedades; es como si, de alguna manera, “se sacrificaran” por las personas que tienen al lado, cumpliendo con la misión de encarnación que les fue encomendada. A cambio de ese sacrificio o de esa situación de poner el cuerpo o la experiencia para que los humanos salgan de situaciones difíciles, los animales piden que los humanos hagan lo necesario para transformar la situación que los llevó a un desequilibrio tan profundo, ya sea emocional, físico o vincular.
Estas cuatro sensaciones que los animales pueden tener marcan una diferencia muy importante, porque no es lo mismo relacionarse con alguien que se siente como un hijo, que con alguien que se siente un compañero, un guía o incluso un ángel.
Entonces, te pregunto: ¿Estás atenta o atento a cómo se siente tu animal con respecto a ti? ¿Se siente tu hijo, tu compañero, tu guía o tu ángel?
Sobre la autora: Veronica Kenigstein @verokenigstein