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Arquitectura especializada

El Alzheimer entre otras demencias, causa cambios graduales e irreversibles en el cerebro, que producen efectos físicos y cognitivos, y van reduciendo la capacidad de quienes lo padecen para vivir de manera independiente.

Por ejemplo, entre otros síntomas, para quienes tienen Alzheimer, el espacio es demasiado grande, el tiempo puede ser eterno y las tareas secuenciales son casi imposibles de realizar. Si pensamos en una residencia para personas con Alzheimer, desde el punto de vista arquitectónico y edilicio, habrá que tener en cuenta esos aspectos y necesidades que surjan de ellos. ¿Qué atributos de la construcción, la distribución de los espacios o el amoblamiento pueden ser más adecuados para quienes tienen esta enfermedad? En resumen: ¿Qué características debe tener el edificio de modo que resulte apropiado para un enfermo de Alzheimer?

Como primera medida, es importante prestar atención al tema ya desde la concepción del lugar. El diseño del edificio debe tener como objetivo lograr la máxima independencia del enfermo, así como promover su dignidad en un lugar seguro y controlado.

Para mejorar su calidad de vida y la de sus cuidadores, en el proyecto arquitectónico hay que analizar los problemas comunes a esas demencias como la perdida de la memoria, la distracción y desorientación en tiempo y espacio, las dificultades secuenciales, la confusión sobre los sonidos y objetos de uso diario, y el deterioro del juicio.

Por las características específicas de este tipo de enfermedad, el paciente necesita cubrir tres aspectos básicos: la seguridad, la estimulación y la identidad que pueda generar con su ambiente.

La distribución

Las personas que tienen Alzheimer pueden olvidar dónde están y cómo llegaron allí.

Por eso, el proyecto debe basarse en una planta abierta y sin barreras, con un circuito pensado para evitar la confusión de los pacientes, y para promover la independencia y la orientación del enfermo. Por ejemplo, se puede pensar en un pasillo interior que pase directamente frente a cada habitación, dejando los lugares comunes como el comedor y la enfermería en el centro y a la vista desde cualquier cuarto.

Así mismo, la enfermedad puede producir problemas para llegar a un lugar conocido. Para facilitar la orientación de los pacientes, se puede apelar a ciertos detalles que resulten significativos y que los ayude a desarrollar su movimiento cotidiano. Por ejemplo, “señalizar” cada habitación con algunas pertenencias del pasado de cada usuario, que lo ayude a identificar que ése es su cuarto.

Los colores

En ciertos detalles, el uso de colores puede marcar algunas diferencias. Por ejemplo, en las habitaciones es posible utilizar llaves de luz que contrasten con la pared, para que puedan ser reconocidas fácilmente. A la inversa, en los pasillos y áreas centrales lo ideal es que las llaves de luz no sean contrastantes, para desalentar que se utilicen.

De la misma manera se puede apelar al color en puertas y paredes, para diferenciar su uso.

La seguridad

Este aspecto es fundamental. Algo a tener en cuenta es instalar ventanas con doble vidrio templado, que además de brindan mayor seguridad al paciente provean aislación térmica y acústica.

Es conveniente instalar barandas en los pasillos, las zonas de paso y las escaleras.

Si el edificio tiene jardines o patios, las puertas de acceso a estos espacios pueden ser vidriadas (con vidrio reforzado) y transparentes, para alentar la salida del residente. A la inversa, las puertas de acceso al exterior del edificio deben ser opacas.

Es sumamente importante contar con sistemas inteligente de seguridad, detectores de humo, alarmas, habilitación de accesos internos y externos con tarjetas, llamadores en las habitaciones, detección de caídas, monitoreo de los residentes, circuito cerrado de monitoreo por video y más. La calefacción, por caso, debe realizarse mediante radiadores, teniendo en cuenta que muchos pacientes de Alzheimer abren las llaves de gas.

El equipamiento

El mobiliario debe ser confortable y diseñado pensando en las características y necesidades de los pacientes. Por ejemplo, los interiores de los placares pueden adaptarse para que el enfermo pueda vestirse solo y fácilmente (con cajones que permitan visualizar el interior y ordenadores secuenciales de la ropa según el orden con que se visten).

Es conveniente poner una “luz testigo” en los cuartos indicando donde está el baño o la puerta de acceso, para que aún despertándose en medio de la noche puedan orientarse.

Los baños no deben tener barreras y hay que equiparlos con barras de seguridad, que además de proteger a los pacientes, favorezcan la autonomía.

Finalmente, dadas las dificultades de orientación que tienen estos enfermos, cabe señalar la importancia de que el lugar cuente con grupo electrógeno para no tener que hacer frente a un posible corte de energía.

Sobre el autor
Fernando Shalom
Director de Manantial Grupo Humano
www.manantialghumano.com.ar

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