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Sistema inmunitario

Gracias a nuestro sistema inmunitario estamos provistos de mecanismos altamente eficaces que defienden nuestro cuerpo ante las amenazas.
Un sistema inmunitario innato se caracteriza sobre todo por luchar contra las infecciones bacterianas y un sistema inmunitario adquirido se ocupa de los diferentes agentes patógenos. Con su ayuda, el cuerpo puede luchar contra las bacterias y los virus. Sin este sistema de defensa estaríamos expuestos a las influencias nocivas de nuestro entorno, así como a las alteraciones perjudiciales para la salud que se producen en el interior de nuestro cuerpo.
La función principal del sistema inmunitario consiste en proteger al organismo de los patógenos y partículas extrañas que penetran en él desde el exterior. Además, es capaz de identificar y eliminar las células enfermas del propio cuerpo. Como consecuencia de las reacciones inmunológicas, aparecen inflamaciones que producen la eliminación de las células dañadas o los cuerpos extraños.
Cuando existen problemas en el sistema inmunitario y por ello, la reacción inmunológica del organismo al contacto con agentes patógenos o partículas extrañas es insuficiente o inexistente, los afectados están más expuestos a las infecciones. Estos trastornos del sistema inmunitario pueden manifestarse en forma de enfermedades de inmunodeficiencia. Un sistema inmunitario debilitado puede ser innato o formarse a lo largo de la vida: Factores como la alimentación, la flora intestinal, el estado físico, mental, el estrés, y diferentes componentes del entorno ambiental influyen en la capacidad de reacción del sistema inmunitario.
Medidas como el fortalecimiento razonable de la musculatura y el ejercicio regular en forma de paseos o deporte ligero hacen que el sistema inmunitario se fortalezca. También existen diversas prácticas naturales como la hidroterapia (sauna, baños, ducha escocesa) o la fitoterapia (uso de extractos de plantas por ejemplo, árnica) que repercuten de manera positiva en el funcionamiento del sistema inmunitario. Una dieta saludable y variada proporciona nutrientes importantes y necesarios para el sistema inmunitario y, de esta forma, se fortalecen las defensas del organismo.
Las frutas y las verduras contienen antioxidantes. Estos combaten los radicales libres y evitan el daño celular. Las vitaminas A, C y E favorecen la formación o la actividad de ciertas células del sistema inmunitario. Estas vitaminas se pueden encontrar en las zanahorias, los pimientos y los aceites vegetales. Entre los minerales, el hierro, el zinc y el selenio juegan un papel especialmente importante en el sistema inmunitario. Alimentos particularmente ricos en estos minerales son, entre otros, la carne (hierro), la harina de avena (zinc) y el pescado (selenio).
Realizar ejercicio regularmente, no sólo mejora su forma física, sino que también cuida y protege su sistema inmunitario. Lo mejor son los deportes de resistencia como correr, nadar o andar en bicicleta. Yoga. Chi kung. Tener una mascota de compañía influye de forma positiva en la tensión arterial, el nivel de colesterol y en el corazón.
Mantener una actitud positiva tiene un efecto beneficioso sobre el sistema inmunitario. Es importante dormir bien las horas necesarias ya que una constante falta de sueño debilita las defensas del sistema inmunitario. La vitamina C, la vitamina E, la vitamina A y los metabolitos secundarios de las plantas nos ayudan a protegernos de los radicales libres. Además, las vitaminas C y E, principalmente, contribuyen a activar el sistema inmunitario y pueden reducir considerablemente la posibilidad de sufrir una infección.
Para TodoSalud
Vera Alaniz
Fuente: www.onmeda.es

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