Un proceso de comunicación se produce entre dos personas: un emisor y un receptor (que a su vez se convierte en emisor) entre las cuales hay un mensaje que se transmite. El mensaje puede tener distintas características, entre las cuales una de las más importantes es la intención que tenemos al decir lo que decimos. Y otra, es la forma en que construimos el discurso.
Solamente tenemos poder sobre lo que está dentro de nosotros y no sobre lo que les pasa a los demás. Es decir, yo solamente puedo cambiar lo que a mí me pasa y a partir de allí generar cambios en una relación y en mi entorno, pero nunca podré cambiar a otra persona y lo que le pasa a ella. Teniendo esto en cuenta, tendremos algunas pistas de cómo modificar una situación que no nos resulta satisfactoria. Una de las claves para esto es darse cuenta de expresar en nuestras oraciones lo que nos pasa a nosotros, sin emitir juicios sobre los demás.
Las bases de la comunicación no violenta
Marshall Rosenberg, psicólogo norteamericano, escribió un libro denominado Comunicación No Violenta (Gran Aldea Editores, 2008) en el cual propone una metodología de comunicación muy potente que nos permite recuperar el poder en nuestras relaciones y alcanzar la paz en nuestros intercambios comunicacionales. El autor plantea que todo proceso comunicacional consciente requiere de varias etapas:
a. Identificar y expresar sentimientos, asumiendo la responsabilidad por ellos
b. Detectar y expresar las necesidades detrás de esos sentimientos
c. Practicar la empatía
d. Saber pedir
e. Expresar correctamente la ira
f. Ofrecer reconocimiento.
g. Hacer acuerdos efectivos.
Todas estas fases pueden ser aprendidas a través de la conciencia y de la práctica constante.
Identificar y expresar sentimientos
En cada situación de nuestra vida tenemos sentimientos y emociones que en algún momento determinado nos impregnan, nos hacen sentir de una o de otra manera. Estas emociones suelen tener una gran influencia en la forma en que nos comunicamos. Podemos sentirnos alegres, tristes, frustrados, enojados, expectantes, abrumados, entre tantas otras posibilidades. Cuando podemos registrar, comprender y expresar la emoción que estamos sintiendo en un momento determinado, recuperaremos una parte de nuestro poder en lugar de atribuírselo a la otra persona.
Detectar y expresar las necesidades detrás de esos sentimientos
Detrás de cada sentimiento armónico o inarmónico, existe una necesidad que ha sido o no satisfecha. Las personas tenemos distintos niveles y tipos de necesidad. Por ejemplo, necesidades básicas como alimento, calor, seguridad, afecto. También existen otras como respeto, atención, libertad, verdad, autorrealización, entre una gran variedad. Cuando existe una emoción en desarmonía significa que hay alguna de las necesidades que no ha sido satisfecha.
Es importante poder registrar, identificar y expresar cuáles son las necesidades que están detrás de esas emociones. En el ejemplo anterior, la primera persona podría darse cuenta de que su necesidad es tener poder sobre su propio tiempo y no sentirse apurada para una actividad que tiene que hacer después. Entonces, la necesidad que subyace a la emoción de frustración es la de sentirse dueña de su propia vida.
Practicar la empatía
La empatía es el proceso a través del cual podemos ponernos en los zapatos de la otra persona. Es decir, podemos comprender cuál es el sentimiento y la necesidad no solamente propia sino también la de la otra persona. Entonces, en lugar de pelear, en lugar de tener proposiciones contrarias o contrapuestas, el objetivo es comprender lo que hizo que la otra persona actuara de una manera determinada.
Saber pedir
Como dijimos antes, el lenguaje entre otras cosas sirve para generar acciones. Es decir, decir cosas es hacer cosas. El pedido es una de las formas de la comunicación verbal. Tiene unas características especiales que requieren ser respetadas para que el pedido tenga una buena respuesta. ¿Qué características debe tener un pedido para ser efectivo? 1ºdebe ser claro y conciso. 2ºdebe contener en acciones concretas que espera la primera persona de la segunda. No tiene muchas probabilidades de éxito un pedido que sea, por ejemplo, «necesito que me cuides más» porque para cada persona el cuidado puede ser diferente. Es más efectivo expresar en conductas concretas qué es el cuidado para la persona que lo está pidiendo. Podría decir por ejemplo «si vas a llegar tarde, te pido que me llames al celular para avisarme y no quedarme esperando sin saber cuando llegas».
Expresar correctamente la ira
La ira es una de las emociones que más nos cuesta expresar de una manera adecuada porque en general se producen escaladas de violencia que no conducen a una comunicación efectiva sino un conflicto cada vez más grande. Cuando podemos conectar profundamente con los sentimientos y las necesidades que subyacen a la ira será posible disolverla y abrir un espacio de encuentro y de comunicación.
En general, las emociones provienen de un pensamiento previo. Los pensamientos pueden referirse a creencias sobre sí mismo o a juicios sobre las otras personas o situaciones. Un juicio es una forma de comunicación que tiene implicada una opinión pero que no nos permite hacernos cargo de la emoción y de la necesidad propias. Una diferencia entre un juicio y una expresión sería: «es una desconsiderada» es un juicio porque implica estoy opinando, subjetivamente, sobre el ser de otra persona. «Me siento enojada cuando tengo que esperar porque siento que no soy dueña de mi propio tiempo» es una expresión de sentimientos y necesidades propios.
Los pasos para conectar con la ira son los siguientes:
-Respirar profundamente dando tiempo a sentir el propio cuerpo y dónde se siente la rabia
-Identificar los pensamientos que generan este sentimiento de ira, por ejemplo «ella no me tiene en cuenta, no le importa nada mi tiempo»
-Registrar e identificar las necesidades bajo ese sentimiento de ira. Por ejemplo, «necesito disponer de mi propio tiempo»
-Hacer el pedido correspondiente.
Ofrecer reconocimiento
El reconocimiento es un paso muy importante en el proceso de encontrar la paz en nuestras relaciones. Así como solemos decirle a las otras personas lo que nos hace daño de su comportamiento, ofrecer reconocimiento por las cosas que me generan bienestar y que me satisfacen puede producir a su vez un espacio armónico y un círculo virtuoso muy interesante.
Hacer acuerdos efectivos
Un acuerdo efectivo siempre incluye un pedido, una oferta, y consecuencias previstas en el caso de que el acuerdo no se cumpliera. Ambas personas necesitan saber con exactitud y precisión lo que se espera de ellas y lo que puede suceder en el caso de que esto no ocurriera. También es posible reformular los acuerdos; es decir, si el acuerdo inicial no pudo ser cumplido, volver a acordar otra cosa que satisfaga las necesidades de ambas partes.
Sobre la autora
Lic. Verónica Kenigstein
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