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Los Nuevos Mandamientos

Configuración de la moralidad
Una niña necesita aprender dónde empieza y dónde acaba su responsabilidad moral. Y, como ocurre en todo lo demás, primero mirará a su madre como a su modelo.
Las niñas en edad escolar saben detectar la hipocresía inmediatamente. Esto significa que la conducta de la madre ha de estar en conformidad con lo que dice que cree.
Si le dice a su hija que puede ser cualquier cosa que desee ser pero continúa dejando de lado sus metas para complacer a otros, no demuestra coherencia moral.
Si bien es posible que la hija no se dé cuenta de esto en el momento, o no diga nada si se da cuenta, éste es el tipo de brecha entre creencia y comportamiento que predispone para el conflicto entre madre e hija cuando llega la pubertad.
1-Te guiarás por tu propia brújula moral
La lección más importante que puede enseñar una madre a su hija es que se le ha dado una vida sobre la que puede tener un dominio absoluto. Esa vida es suya. Nace con una especie de moralidad personal, un sentido interior de lo que es correcto o incorrecto para ella. Es importante ayudarla a reconocer y fortalecer su fe en ese conocimiento interior, y esto mientras aprende las reglas y los derechos de los demás. Su propia vida, su salud y su felicidad tiene que ser la primera y principal responsabilidad de la niña, porque ninguna otra persona puede crearle estas cosas. Si se toma su vida en serio, será capaz de desarrollar sus dones y talentos de tal manera que sean un regalo para el mundo.
2-Reconocerás tu chispa interior única
Toda hija necesita saber que ha nacido con un don único, una expresión especial de la divinidad que es diferente a la de cualquiera que haya vivido antes que ella o que vivirá después. Su principal tarea es recordar esa chispa interior, avivarla, disciplinarla y desarrollarla. La niña sólo puede hacer esto siendo fiel a sí misma, ya sea un prodigio para el ajedrez o una cuidadora de animales con especial empatía. Su brújula moral interior será su guía hacia su Mayor Bien. La madre ha de ayudar a su hija a aclararse respecto a lo que verdaderamente desea en el mundo. Si su deseo más claro es el de tener hogar y familia, respeta y honra ese deseo. Si su deseo es convertirse en promotora inmobiliaria, apóyala en eso. Si desea ambas cosas, explícale que todo es posible con fe, compromiso y perseverancia. Ayúdala a elaborar una estrategia para ir en pos de lo que desea.
3-Serás fiel a tu voz interior
Una hija logra desarrollar su sabiduría y su voz de autoridad interiores cuando se la alienta a ser fiel a éstas y a reconocerlas. Necesita modelos que se defiendan en eso y la apoyen. También necesita desarrollar valor, integridad e independencia. Esto significa que debe aprender a equilibrar entre defenderse ella y defender a otros.
4-No participarás en relaciones manipuladoras ni explotadoras
Cuando una relación comienza a causar más dolor que dicha, y gasta más energía que la que se recupera, podría ser el momento de dejarla. Esto se aplica tanto a las amistades en cuarto grado de la escuela primaria como en el matrimonio. Toda niña necesita aprender a ver cuándo se la manipula para que asuma más responsabilidad de la que le corresponde en una determinada situación. Puedes enseñarle que siempre que alguien le dice: ¨Tú me hiciste… [sentir mal, enfadarme, romper mi promesa, (añade lo que convenga)]¨, la manipula. Y que la otra persona intenta obligarla a hacer algo que la hará feliz a expensas de ella. No tiene por qué creer esa mentira fundamental.
Reconozcámoslo, las mujeres y las niñas también podemos ser campeonas en manipular a hombres (o niños) y a otras mujeres (o niñas). Solamente si la mujer aprende a decir su verdad (Nuevo Mandamiento número tres) será capaz de evitar esas maneras turbias, solapadas, de obtener lo que desea. Una madre que permite que su hija se salga con la suya manipulando, o es modelo de manipulación, participa en el sistema inmoral.
5-Aprenderás las habilidades para relacionarte con los demás con integridad y reciprocidad
Las relaciones han de llenarnos y animarnos, no vaciarnos o agotarnos. Las relaciones sanas son las principales dichas de la vida. No deberíamos tener que elegir entre ser amadas y también ir en pos de lo que deseamos. El desarrollo propio es, a fin de cuentas, mucho más gratificante y duradero cuando ocurre en el contexto de relacionarnos con otros.
Relacionarse con integridad significa reconocer que toda persona tiene su propia chispa divina interior. Una niña necesita comprender que es moralmente incorrecto envidiar la chispa de otra persona, o envidiar su vida o posesiones. Esto es absolutamente esencial en nuestra sociedad de envidias y de mirar sólo la ventaja propia. Aunque la envidia es una emoción humana normal, no hace ninguna falta abonarla. Enséñale a tu hija a ver la buena fortuna de otros como una motivación para crearse algo mejor en su vida. Enséñale que es posible ir en pos de lo que desea al mismo tiempo que se toman en cuenta las necesidades y sentimientos de los demás. Señálale personas que podrían servirle de modelos, las que creas que serían más afines a ella, y pregúntale quiénes son sus modelos. Estos dos aspectos de la vida no tienen por qué ser mutuamente excluyentes.»
Investigación de Vera Alaniz para TodoSalud
Extracto del libro:
Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer.
Dra. Christiane Northrup
Ediciones Urano
 

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